6º de Pascua – Ciclo C


Juan 14,23-2):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado.” Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.»

Palabra del Señor

El evangelio de Juan no se escribió de una sentada. Es fruto de varios años. Recoge el desarrollo de una comunidad que con una espiritualidad muy profunda fue comprendiendo la dimensión de Jesús como el escogido del Padre, guiado desde que nació hasta que murió por el Espíritu del Padre. Los creyentes cristianos deberíamos leerlo una y otra vez.

“El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él”.

La sociedad crece y se desarrolla a base de multitud de filosofías y descubrimientos. El cristiano cree en Jesús que es el mismo ayer, hoy y será mañana. Su Palabra es la luz que el Padre dio al mundo.

“El que no me ama no guardará mis palabras.”

La moral cristiana se funda en estas afirmaciones.

“La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde”.

La palabra paz es una de esas palabras como la palabra amor que pierden su sentido a fuerza de ser manoseadas. Lo más frecuente es hablar de paz o de amor sin tener paz ni amor. Son palabras para engañarnos o engañar. Debe ser triste vivir y morir sin haber amado o sin haber gustado la paz.

“El Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho”

Por lo visto, Jesús vivió siempre de seguidores que no le comprendieron. Dejó una iglesia demasiado ignorante. Había fracaso. Tenía necesariamente que confiar la iglesia en manos de Dios. Ya lo anticipó en el Gólgota: “En tus manos deposito mi espíritu”
el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho”.

Luis Alemán Mur