Frase evangélica: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo»

1. Todos llevamos dentro un germen de enemistad que, en determinadas ocasiones, se convierte en esa impresionante y enigmática realidad que es el odio. El odio a los enemigos es como un mal que envenena, un impulso de persecución, una inmadurez peligrosa; nunca produce satisfacción, sino angustia, dado su carácter destructivo. Pero el odio a los enemigos ha sido, por desgracia, moneda corriente. De ahí que en muchos códigos morales se dé la ley del Talión: ojo por ojo y diente por diente.

2. Lucas señala dos gestos de radicalidad generosa: poner la otra mejilla a quien te golpea y dar la túnica a quien abusa de ti. De este modo quiere recalcar actitudes básicas: no sólo hay que rechazar el odio y la venganza, sino que hay que devolver bien por mal. La conducta del discípulo de Jesús se basa en el amor, en el perdón, en la defensa de la vida, sin caer en la pasividad, en la resignación o en el conformismo.

3. Para educar a sus discípulos, Jesús se dirige al corazón, a la persona, desde la instancia del amor. Pero cuando hay odio, porque falla el amor, el fallo no es del Evangelio, sino de las actitudes egoístas humanas, ya que en este caso no prevalece el bien común ni el desarrollo de la persona.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Por qué nos dejamos llevar por el odio o el desprecio?

¿Como podemos educarnos en actitudes cristianas de generosidad?