Frase evangélica: «Dichosos los pobres»

1. Tras bajar del monte al llano, según Lucas (o al subir al monte, según Mateo), pronunció el Señor las bienaventuranzas, mediante las cuales se transmutan todos los valores a partir de la sabiduría del Evangelio. Las bienaventuranzas -dirigidas, según Lucas, a los discípulos (cristianos) y al pueblo (toda la humanidad)- constituyen el programa nuclear del reinado de Dios y responden a una aspiración profundamente humana. El mensaje de las bienaventuranzas es un ideal cristiano de vida y un mensaje liberador para todos. Dios no bendice situaciones de carestía injusta, sino actitudes de justicia.

2. Jesucristo, situado en la base, se pone al lado de los pobres, afligidos, hambrientos y perseguidos, porque quiere que haya justicia. Ama a todos, pero a unos llama «dichosos» (a los pobres), mientras que amonesta severamente a otros (a los ricos). Lucas describe cuatro bienaventuranzas y cuatro «malaventuranzas»: Jesús llama «dichosos» a los desgraciados que sufren injustamente, y «desgraciados» a los ricos de este mundo, establecido como sistema injusto. Los humillados son elevados, y los prepotentes desenmascarados. Esta palabra evangélica de bendición y de maldición no se pronuncia desde la revancha, sino desde la justicia y la caridad.

3. Es intolerable que unas personas o pueblos mantengan sometidos o esclavos a otros en una sociedad que se cree libre, justa e incluso religiosa. La miseria del hambre (pan injustamente repartido), del dolor (especialmente del indebido) y del odio (racismo, desprecio, marginación) debe ser abolida. Sólo la justicia es capaz de romper con el sistema diabólico. El evangelio de Lucas se mueve en un nivel social con exigencias radicales.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Cuáles son en realidad nuestros valores?

¿Creemos de verdad en el mensaje de las bienaventuranzas?