Domingo 4º de Adviento – Ciclo C

Lucas 1,39-45:

En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a un a ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

Palabra de Dios

María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a un a ciudad de Judá;

“Así empieza el relato de la visita de María a Isabel. Este relato tiene la función de relacionar a Juan Bautista con Jesús, justificando así su futuro conexión misional. Toda la escena parece ser construcción del autor del escrito, que se muestra a lo largo de su obra (Lc-Hch) como un magnífico escenificador y creador narrativo”. (Senén Vidal, Nuevo Testamento)

Lucas es un extraordinario escritor. Al estilo de los que escribieron el Génesis: principios de la humanidad. Ahora comienza una nueva humanidad. Eso es la Navidad. Eso es lo que celebramos.

La fe cristiana nos facilita esta visión. Nos añade un motivo de alegría.

25 de diciembre de 2018. Natividad del Señor

Juan 1,1-18:

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.”» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor

“Lo mismo que la Semana Santa es el final de la historia de Jesús, los relatos de su nacimiento son como oberturas de dicha historia….La Navidad es el segundo tiempo más sagrado del año cristiano. De hecho, en la cultura occidental contemporánea, e incluso para muchos cristianos, la conmemoración de la Navidad supera a la de la Pascua. Dado el peso de la Navidad, nuestro modo de entender los relatos del nacimiento de Jesús tiene importancia. La idea que tengamos de lo que son –el modo en que los oigamos, los leamos, los interpretemos– tiene importancia. A menudo se da de ellos una visión sentimental. Para muchos cristianos, estos relatos están asociados con sus primeros recuerdos de la infancia. La Navidad tiene fuerza emocional. Pero los relatos del nacimiento de Jesús no son meramente sentimentales. Los relatos de la primera Navidad son a la vez personales y políticos. Hablan de transformación personal y política. Situados en su contexto del siglo I, son visiones globales y apasionadas de otra manera de ver la vida y de vivir nuestras vidas. Ponen en tela de juicio la vida corriente, el statu quo, de la mayoría de los tiempos y lugares. Aun cuando son noticias de consuelo y alegría, causan tensión y dificultad. Se enfrentan a la “normalidad”, a lo que llamamos “la normalidad de la civilización”, el modo en que la mayoría de las sociedades, la mayoría de las culturas humanas, han estado y están organizadas. Además, para muchos cristianos, estos relatos están asociados con sus primeros recuerdos de la infancia. La Navidad tiene fuerza emocional. Pero los relatos del nacimiento de Jesús no son meramente sentimentales. Los relatos de la primera Navidad son a la vez personales y políticos. Hablan de transformación personal y política. Situados en su contexto del siglo I, son visiones globales y apasionadas de otra manera de ver la vida y de vivir nuestras vidas. Ponen en tela de juicio la vida corriente, el statu quo, de la mayoría de los tiempos y lugares”. (Crossan, La primera Navidad).

Luis Alemán Mur