La primera Navidad

Lo que los evangelios enseñan realmente acerca del nacimiento de Jesús

Crossan, John Dominic

Prefacio

El presente libro, La primera Navidad, trata de los que tal vez sean los relatos mejor conocidos del mundo. Los relatos del nacimiento de Jesús son el fundamento de la fiesta más ampliamente observada del planeta. La Navidad es celebrada por los dos mil millones de cristianos del mundo, una cifra que es aproximadamente el doble de la de la siguiente religión más numerosa, el islam. Además, debido a la importancia cultural y comercial de la Navidad en la cultura occidental, y más allá de ella, también es observada por muchos no cristianos. En efecto, ninguna otra fiesta religiosa es conmemorada tan ampliamente por gentes situadas fuera de la tradición que la originó.

La idea de escribir este libro sobre los relatos de la primera Navidad surgió de nuestra colaboración anterior, La última semana de Jesús. En ella nos ocupamos de la última semana de la vida de Jesús tal como la cuenta Marcos, el evangelio más antiguo. Desde la entrada de Jesús en Jerusalén hasta su ejecución y resurrección, Marcos ofrece un relato de la semana final de Jesús día por día. Conocida por los cristianos como Semana Santa, es la semana más sagrada del año cristiano.

El presente libro es una continuación evidente de esa obra por más de una razón: La última semana trata del final de la vida de Jesús; La primera Navidad trata de su comienzo. Juntos, los relatos de su nacimiento y los de su última semana son como los sujeta libros que enmarcan los relatos evangélicos de su actividad pública, su misión y su mensaje. Como indicaremos en su momento, lo mismo que la Semana Santa es el final de la historia de Jesús, los relatos de su nacimiento son como oberturas de dicha historia.

Una segunda razón: después de la Semana Santa, la Navidad es el segundo tiempo más sagrado del año cristiano. De hecho, en la cultura occidental contemporánea, e incluso para muchos cristianos, la conmemoración de la Navidad supera a la de la Pascua.

Dado el peso de la Navidad, nuestro modo de entender los relatos del nacimiento de Jesús tiene importancia. La idea que tengamos de lo que son –el modo en que los oigamos, los leamos, los interpretemos– tiene importancia.

A menudo se da de ellos una visión sentimental. Y por supuesto que tienen fuerza emocional, pues tocan los anhelos humanos más profundos: de luz en las tinieblas, de cumplimiento de nuestras esperanzas, de una clase diferente de mundo. Además, para muchos cristianos, estos relatos están asociados con sus primeros recuerdos de la infancia. La Navidad tiene fuerza emocional.

Pero los relatos del nacimiento de Jesús no son meramente sentimentales. Los relatos de la primera Navidad son a la vez personales y políticos. Hablan de transformación personal y política. Situados en su contexto del siglo I, son visiones globales y apasionadas de otra manera de ver la vida y de vivir nuestras vidas.

Ponen en tela de juicio la vida corriente, el statu quo, de la mayoría de los tiempos y lugares. Aun cuando son nuevas de consuelo y alegría, causan tensión y dificultad. Se enfrentan a la “normalidad”, a lo que llamamos “la normalidad de la civilización”: el modo en que la mayoría de las sociedades, la mayoría de las culturas humanas, han estado y están organizadas.

Cuando se nos ocurrió la idea de escribir este libro, pensamos titularlo La primera semana. Con ello se habría hecho eco del título de La última semana y habría señalado que ambas obras eran volúmenes que iban juntos, “sujeta libros”. Pero nuestro editor indicó, sensatamente, que La primera Navidad sería un título mejor. Podía ocurrir que el eco de La última semana de Jesús no se captara. Además, los relatos del nacimiento no hablan de la primera semana de Jesús de la misma manera que Marcos nos informa día por día de su semana final. En vez de eso, al comienzo de dos evangelios, Mateo y Lucas, tenemos dos capítulos. En cada uno de dichos evangelios, los dos capítulos introducen la historia de Jesús. Son, como indicaremos, oberturas parabólicas a la historia de Jesús. Y abarcan un período que desborda su primera semana. Informan de su genealogía y concepción, su nacimiento e infancia, y uno de ellos concluye con un relato que lo presenta con doce años de edad.

Así, el presente libro trata de la “primera Navidad” en el sentido de que se ocupa de los relatos de la primera Navidad, los relatos de la natividad de Jesús. Unos relatos que son más ricos y más estimulantes de lo que normalmente la gente se imagina. No nos interesa la objetividad de los hechos que se cuentan en los relatos del nacimiento. Aunque comentamos esta controvertida cuestión en el capítulo 2, lo que nos interesa no es ni defender dichos relatos como objetivos ni ponerlos por los suelos como no objetivos. Lo que centra nuestra atención es, más bien, su significado: ¿qué significaron y significan estos relatos?

Nuestra tarea es doble. La primera es de carácter histórico: exponer estos relatos y sus significados dentro de su contexto del siglo I. La segunda mira a lo contemporáneo: ocuparnos de sus significados para el entendimiento y el compromiso cristianos hoy.

Ambas tareas son de índole histórica y teológica. El contexto del siglo I no es simplemente histórico, sino también teológico. Atañe al conflicto entre una teología imperial y una teología cimentada en el Dios de Israel tal como se le conoce en la Biblia y en Jesús. Nuestro contexto del siglo XXI también es histórico y teológico. ¿Qué significan los relatos del nacimiento de Jesús dentro de nuestro contexto histórico contemporáneo?

En estos relatos, situados tanto en su contexto antiguo como en nuestros días, hay un significado y un cuestionamiento políticos. Por supuesto, dichos relatos no son “sólo” políticos, sino también hondamente personales. Hablan, y hablan con fuerza, de nuestros anhelos más profundos y de las promesas y la pasión de Dios. Son religiosos en la manera en que la Biblia en su conjunto es religiosa: la vida con el Dios de Israel, el Dios de Jesús, es a la vez personal y política. Los significados personales y los políticos se pueden distinguir, pero no cabe separarlos sin traicionar a unos o a otros. Y debido a que el significado político de estos relatos se ha pasado generalmente por alto, en gran parte de este libro lo ponemos de relieve.

Hacer esto no entraña negación alguna del modo en que estos relatos van también dirigidos a nuestra vida como individuos. Hablan de la luz en nuestras tinieblas, del cumplimiento de nuestros anhelos más profundos y del nacimiento de Cristo en nuestro interior. Hablan de nosotros, de nuestras esperanzas y temores. Y hablan también de una clase diferente de mundo. El sueño de Dios para nosotros no es simplemente la paz del espíritu, sino la paz en la tierra.