“El Sínodo de la Amazonía va a ser un campo de pruebas para la Iglesia universal”, afirma el misionero

César Caro: “‘Iglesia’ no es solo los sacramentos, sino presencia en medio de la gente”

“Solamente con estar presentes en la Amazonía estamos respondiendo a lo que Jesús quiere; que estemos ahí”

Jesús Bastante, 10 de noviembre de 2018

 

¿Qué significa ser ‘Iglesia’ en la tan aislada Amazonía donde los habitantes, además, no tienen la “cultura cristiana” que damos por hecho en Occidente? El misionero en la selva peruana y bloguero en RD, César Caro, explica en esta entrevista qué ‘evangelizar’ a los indígenas significa mucho más que catequizarles o celebrar los sacramentos. Para él, significa “compartir en lo que puedas su vida y mirar cómo hacer para que eso sea más humano”. “Todo lo que podamos hacer para mejorar la vida de estas poblaciones es bueno”, insiste César.

Estamos con César Caro. Bienvenido a la madre patria. Que no sé si se dice así todavía.

Gracias. Se dice allí.

Vienes de Perú. ¿Estás en la triple frontera?

Sí, en la triple frontera Colombia-Perú-Brasil, en el noreste peruano. En la Amazonia peruana.

Un lugar interesantísimo y con un futuro, eclesialmente hablando, potente, porque el año que viene está el Sínodo de la Amazonía. Y tú tienes algo que ver con eso.

Estamos en el proceso de aportaciones a lo que va a ser el documento de trabajo. Hay un documento preparatorio que tiene una batería de preguntas y tres partes. Y se trata de trabajar estos dos meses este año, hasta el mes de diciembre. Nosotros, en mi vicariato, hemos hecho ya una reunión de misioneros. Hemos dedicado un día entero solo a eso, y ahora, en diferentes eventos y foros, vamos contestado si no a todas las preguntas, al menos a las que atañen a cada grupo que se va reuniendo.



¿Cuáles crees que son las claves para entenderlo desde allí y desde el resto de la Iglesia?

Una, que el Papa ha puesto la Amazonía de moda. Que el Sínodo, su reflexión y la decisiones que tomen se van a ver como una especie de campo de pruebas para la iglesia universal. Que es muy importante porque la situación, digamos eclesial, de la Amazonía, parece que puede ser la misma dentro de algunos años en otros lugares.

Estamos hablando de viri probati y de una mayor implementación de ministerios para laicos.

Eso es. Y del papel de la mujer, de los ministerios autóctonos, de la inculturación de la fe, del modelaje de la iglesia local… De todos esos temas que son los puntos-fuerza del Sínodo, a los que se presta atención porque son una referencia de cómo puede evolucionar la Iglesia en los próximos años.

Ahora bien, te digo que desde abajo se ve de una manera y desde arriba de otra, creo. Cuando nosotros trabajamos las preguntas con la gente de la base, que son campesinos, gente de la chakra, pescadores de los ríos, descubrimos cosas que además nos dicen ellos también: “Los que han hecho el documento no tienen mucha idea atinera”.

Hay preguntas que no necesitan respuestas y respuestas que no tienen preguntas en el documento.

Efectivamente: el documento está hecho como si todos en la Amazonía fueran indígenas. Y no es cierto, tal y como está reflejado ahí. Los indígenas que han perdido su lengua, o su señal de identidad cultural, o son urbanos, no se sienten identificados con cierto tipo de preguntas que contiene el documento. Esa es una. Otra, es parece que la Iglesia está ya formada y no lo está: hay sitios en que casi no hay Iglesia, como en el lugar donde yo estoy.

Claro, tú estás en un sitio donde hasta muy poco no había presencia sacerdotal.

En la misión donde estoy soy el primer sacerdote que tienen. Y llevo un año y medio.

¿Cuánto tiempo podían llevar allí sin tener sacerdote propio?

La capilla donde estoy yo, Islandia, hay una primera capilla vieja que llevará construida unos veinte años. Y la nueva, diez.

Y antes no había presencia; a lo mejor aparecía un misionero de vez en cuando.

Enfrente están los capuchinos, en un pueblo grande de la parte brasilera, y ellos iban esporádicamente. Pero presencia de los misioneros constante allí, hay desde el año 2004. Y de sacerdotes, desde el año 2017. Eso en la capital del distrito, que está cerca de la triple frontera. Pero cuando te metes Yavarí arriba, o en el bajo Amazonas, ya no hay Iglesia. Hay algunas familias, y estamos tratando de ver cómo generamos ahí.

Esas realidades no se entienden desde la Iglesia europea, la romana, o la Iglesia urbana. No se entiende que haya sitios donde la Iglesia es a, lo mejor, un matrimonio que son creyentes, o una persona. O que no hay presencia, algo a lo que no sé si nos tendríamos que acostumbrar en el futuro, lamentablemente. O si es una oportunidad para entender que, igual que en algunos sitios estamos comenzando a ser minoría, en otros hay oportunidades de penetración.

Allí somos minoría, por lo que no hay la inercia de la época de la cristiandad, que quedó acá y que es algo que plantea problemas, pero también tiene sus ventajas porque no hay tampoco un imaginario social de la Iglesia católica en este sitio. Y es una ventaja porque hay muchos sitios que son una tabla rasa, o gente con otra religiosidad, o son los indígenas con sus tradiciones y con su espiritualidad, que la tienen. Entonces, ahí es donde hay que batirse, donde hay que dialogar, etc.

Quizá la pregunta es, entonces, si la Iglesia tiene un hueco en la Amazonía.

La Iglesia tiene un hueco, porque con solamente estar presentes estamos respondiendo a lo que Jesús quiere; que estemos ahí. Y ya iremos viendo con el tiempo si conseguimos armar muchas misas, muchos sacramentos, o pocos. También hay un debate sobre qué tipo de Iglesia hay que generar. El Papa dice que tienen que hacerla ellos, y nosotros ayudamos. Y eso queda lejísimos. Estamos en un proceso muy lento. Qué Iglesia va a salir de ahí, ya lo veremos. Pero el solo hecho de estar presentes, es una cosa muy bonita, buena y un triunfo. Y claro que tiene un sitio.

Estás en un lugar que se llama Islandia, pero que ni está en Europa ni hace frío. Hace mucho calor. ¿Qué es Islandia?

Islandia es un pueblecito que está en la frontera con Brasil, en la parte brasilera. Se ha quedado ahí porque el curso del río ha cambiado.

¿Pero es Perú?

Sí. El Yavarí es la frontera natural de la parte peruana y la parte brasilera. Pero Islandia está en la parte brasilera porque el Yavarí ha cambiado hace unos cincuenta años y toda la parte que estaba dentro del Perú sigue siéndolo, pero geográficamente se ha quedado dentro de Brasil. Es lo que hay. Nosotros usamos la moneda brasilera y se habla portugués un montón.

Estamos como dentro de Brasil, pero es el Perú. Es la desembocadura del Yavarí en el Amazonas, y abarca todo el Yavarí río arriba, que es la frontera, y la parte del rodeo que da el Amazonas en la zona del bajo Amazonas peruano, que es el final del río cuando sale del Perú por esa frontera.

¿Cómo es de ancho el río allí?

Es enorme, y más el Amazonas, que es un río grandísimo. Y en la época de vaciante algo menos, pero en la época de creciente, es un río enorme y además bravísimo, con mucho oleaje y bien peligroso; con muchas pozas, agujeros, y bichos de todo tipo.

Curioso.

Sí, no te rías, no.

(Ríe) ¿Qué trabajo realizáis allí?

Durante el primer año el trabajo ha sido una toma de contacto con las personas que viven en las comunidades del Amazonas y del Yavarí; conocer y ser conocidos. Nosotros vamos viendo que, en general, (menos los que son de otras religiones, muy cerrados), nos van percibiendo como aliados, como gente buena que los pueden ayudar.

Hay una línea de trabajo: donde vemos posibilidades de armar una comunidad cristiana, lo intentamos con algunas personas que se responsabilizan y vamos haciendo algunos sacramentos, sobre todo bautismos, que es lo que piden.

Donde vemos que es imposible, porque no hay ningún católico ni quieren serlo, o tienen otras religiones, porque hay de todo, nos permiten e incluso nos invitan a armar reuniones con otros temas que van más en la línea social, de derechos humanos, de identidad de los indígenas y defensa del territorio. Ese tipo de temas.

¿Le cambia a uno la vida cuando va a la misión pensando que su labor es estar con la gente pero también ejercer de sacerdote ministerialmente, y se da cuenta de que buena parte de su trabajo nos es la que haría aquí un cura?

Claro, también he sido cura aquí, y es totalmente distinto.

¿Choca? ¿Es mejor?

Lo tienes que aceptar al principio, porque te sientes un poco inútil. Piensas: ¿cuántos bautizos he hecho yo aquí?, he hecho tres. O ¿cuántos sacramentos hemos hecho?, ninguno. Ninguna boda… Muere la gente y nadie te pide que nada, ellos van al cementerio y ya está.

Lo que se entiende habitualmente por “ministerial”, hacer sacramentos, eso, no hay. Entonces tú tienes que evolucionar un poco en la comprensión de lo que significa el ministerio; ministerial no es solo los sacramentos, sino la presencia tuya en medio de allí, con la gente, compartiendo en lo que puedas su vida y mirando cómo hacer para que eso sea más humano, porque hace mucha falta y cómo Iglesia católica puede ser un factor a favor en ese sentido.

Allí hay un problema gordísimo de trata de personas y de narcotráfico, con lo todo lo que lleva emparejado de violencia de sicariato, de asaltos en el río. También está el tema de la violencia contra la mujer y el abuso sexual de niñas. Hay mucha violencia verbal y física contra la mujer. Son problemas muy típicos de las fronteras y más de la triple frontera. Allí eso se vive mucho.

Aparte de todo esto están la marginación y la lejanía; son gente que vive río arriba, comunidades que van desde 25 a 100 familias, que no tienen agua potable, no tienen saneamiento ni luz eléctrica. Y así viven, alejados del Estado y de los servicios básicos que esto conlleva. La educación es muy deficiente.

En el tema de los servicios sanitarios, estamos haciendo proyectos para botiquines comunales y para que nos lleven microscopios para leer la gota gruesa para la malaria. Y otro, el que traigo hoy, que es para saneamientos de una comunidad que no es que no tenga saneamientos ni donde ir la gente al baño, es que ni siquiera tiene espacios donde poder ir, porque cuando sube el río, le queda una franja, y luego empiezan unas chakras bravas imposibles de transitar.

Es uno de los proyectos que vienes a tratar hoy con Mensajeros de la paz.

Sí. De un problema tan simple como que la gente no tiene dónde ir a hacer sus necesidades fisiológicas; así estamos allí. Entonces, el Papa dice: todo lo que podamos hacer para mejorar la vida de estas poblaciones, es bueno. Y esa es nuestra línea de trabajo fundamental.

Cómo le explicas a alguien de aquí, de Europa, que eso también es construir Iglesia. Que también es portar el Evangelio de Jesús.

Pues no sé, con estas mismas palabras no se puede hacer explícito que es una evangelización, porque no estamos en una etapa de pastoral allí, es una etapa misionera de primera evangelización, para la que los curas no hemos recibido ningún tipo de educación. No sabemos cómo hacer. Nosotros, el equipo procedemos por ensayo y error. Un poco por instinto o respondiendo a lo que va saliendo, pero siempre con la constante de la presencia, del acompañamiento, de estar ahí, en las comunidades. Tenemos que ir a visitar, eso es el número uno para nosotros. Y en eso nos ocupamos. Es trabajoso, es costoso económicamente, y te pegas un paliza o te sacas el ancho, como dicen en Perú.