Frase evangélica: «Tú lo dices, soy rey»

1. En este texto del evangelio de Juan se describe la realeza de Jesús, que no descansa en el poder, el dominio o la violencia, sino en vivir la vida con justicia, caridad y plenitud. La aplicación del título de rey a Jesús es ambigua, como puede observarse en los conflictos que provocó la inscripción de la condena a muerte en la cruz de Jesús (INRI), en el origen de la fiesta de Cristo Rey (1925), en el uso beligerante y escasamente cristiano que han hecho algunos grupos violentos y en el mismo concepto de rey. Para los romanos, «rey» era sinónimo de emperador o jefe de Estado con todos los poderes. Para los judíos era el Mesías esperado que habría de humillar a los paganos e instaurar con un golpe de Estado el reino de Israel.

2. La realeza de Jesús responde al proyecto de Dios sobre el hombre y la sociedad. Jesús es llamado rey por Juan Bautista, Natanael y el pueblo. Incluso él mismo acepta el calificativo de rey, pero en un sentido totalmente distinto del de los romanos y judíos. Jesús es rey porque alimenta a los pobres, cura enfermedades, expulsa demonios, implanta la justicia y se entrega hasta el final a la causa del reino. La realeza de Jesús se descubre a partir del reinado de Dios. Practica el servicio y rechaza el dominio y la violencia. Es rey de la «verdad» (comunica vida) y Señor de la «comunidad» (exhala Espíritu). Juan anota doce veces la palabra «rey» en la narración del proceso seguido contra Jesús.

3. El reinado de Dios, proclamado y realizado por Jesús mediante sus acciones y signos, se basa en las bienaventuranzas, al defender y proteger con justicia a débiles, pobres, oprimidos y marginados. Es como sal que sazona, levadura que hace fermentar, luz que ilumina tinieblas, árbol que ofrece cobijo, red que recoge peces, etc. No es un reinado puramente interior, sino social. Produce irritación, rechazos, crucifixión. En su etapa final, es la humanidad redimida.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Qué sentido tiene para nosotros la realeza de Jesús?

¿Queremos que Dios reine sobre nosotros?