Carta abierta al pontífice de un cura misionero australiano

“Puedes hablar, criticar, exhortar, pero eso tendrá poco impacto en el clericalismo arraigado”

Peter Woodruff, SSC, 29 de septiembre de 2018

Muchos de nosotros esperamos que seas consecuente con lo que solo tú como Papa puedes hacer. Solo de esa manera continuarás siendo un cambiador de juego

Querido Papa Francisco: Saludos desde Australia. Trabajé como sacerdote misionero en Lima, Perú de 1968 a 2008. Me retiré a Australia hace diez años, a escribir y editar. Actualmente edito The Australian Journal of Mission Studies, una revista ecuménica.

Como bien sabes, el Papa Juan XXIII, a pesar de los pocos años que estuvo en el cargo (1958 a 1963), fue un cambiador de juego. Llamó al Concilio Vaticano II y, en medio de la guerra fría, escribió una carta desafiante para el mundo, titulada Paz en la Tierra. El Papa Pablo VI inicialmente continuó con su plan de juego, pero tropezó con su decisión de no prestar atención al consejo de la comisión que él había formado para ayudar a escribir en 1968 la carta, Humanae Vitae, a los católicos y todas las personas de buena voluntad sobre control de la natalidad. Luego, los papas Juan Pablo II (1978 a 2005) y Benedicto XVI (2005 a 2013), eligieron jugar un juego defensivo, que es más o menos lo que ha hecho el liderazgo de nuestra iglesia desde el Concilio de Trento (1545 a 1563).

También, tú has decidido ser un cambiador de juego. Te has dirigido al mundo, desde la perspectiva de nuestra fe cristiana, sobre lo que probablemente sea la principal amenaza para la vida en nuestro planeta, a saber, el cambio climático rápido inducido por el hombre. Nos instas constantemente a convertirnos en una glesia de servicio a la vida, especialmente la de los pobres, marginados y oprimidos. Sabes escuchar al Pueblo de Dios, incluso cuando te dice lo que quizá no quieras escuchar.

Pero, ¿estás dudando? Claramente, reconoces la naturaleza evolutiva de nuestro mundo y todo lo que lo habita, incluidos nosotros los humanos. Sabes que hay mucho en nuestra Iglesia que debe cambiar para mantenerse fiel a la vida y las enseñanzas de Jesús de Nazaret. La sociedad, tanto local como global, evoluciona; también lo debe hacer la Iglesia. Sin embargo, hay aspectos de la Iglesia que, en este momento, solo tú, como Papa, puedes cambiar.

Como Papa, tú puedes cambiar la naturaleza clerical de algunas de nuestras estructuras eclesiales básicas, como la composición del cuerpo que elige al Papa. En la actualidad, todos los electores son obispos y cardenales, por lo que todos son hombres célibes. Las reglas actuales sobre esto excluyen a las mujeres, los hombres casados y los clérigos, que no son obispos. Como Papa, puedes cambiar las reglas que excluyen a estos tres grupos de pertenecer al grupo que elija al próximo Papa.

Somos conscientes de una cultura dentro de la Iglesia católica, comúnmente conocida como clericalismo, que ayuda a mantener la composición exclusivamente masculina del clero. Si bien tú eres crítico fuerte del clericalismo, hasta ahora solo has recomendado estructuras que podrían ayudar a los clérigos a rendir cuentas ante la membresía más amplia de la Iglesia a la que profesan servir. Aún no estás cambiando el juego de lo que mantiene el clericalismo como un aspecto dominante de la cultura del grupo que gobierna y ministra a los católicos de todo el mundo. Puedes hablar, criticar, exhortar, pero eso tendrá poco impacto en el clericalismo arraigado.

Solamente el Papa puede iniciar el cambio global de las estructuras de la Iglesia católica. Sabemos que el clericalismo es un tipo específico de patriarcado que alienta a los sacerdotes a verse a sí mismos como espiritualmente superiores al resto de la humanidad y nos permite convertirnos en una clase aparte. Afortunadamente, muchos sacerdotes y obispos eligen no apartarse. Sin embargo, cuando a un joven, que se prepara para ser sacerdote, se le enseña que el sacerdote es un “alter Christus” (otro Cristo), se lo alienta a creer que, como sacerdote, será espiritualmente superior al resto de la humanidad. Él estará en una clase aparte y superior. Tal enseñanza, cuando se lleva a su extremo, parece cercana a la idolatría. Además, sabemos que todos los cristianos reciben el llamado a la santidad al convertirse en miembros de la iglesia en el Bautismo, el sacramento de iniciación en la iglesia.

El clericalismo también está en la raíz de la práctica global coordinada de encubrimiento institucional. Esta práctica tortuosa está arraigada en la determinación de proteger la reputación del liderazgo de la Iglesia, es decir, los clérigos. Mientras el enfoque primordial del liderazgo de la Iglesia siga siendo la reputación de la institución misma, la puerta estará abierta para que la opción de encubrimiento se convierta en la posición predeterminada. En muchos de tus nombramientos episcopales, has tomado medidas para remediar esto.

Recientemente, escribiste una Carta al Pueblo de Dios (Vaticano, 20/08/2018) en la que dices en el primer párrafo: “Mirando hacia el futuro nunca será poco todo lo que se haga para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse”. Muchos de nosotros esperamos que seas consecuente con lo que solo tú como Papa puedes hacer. Solo de esa manera continuarás siendo un cambiador de juego. Hay cambios que solo tú como Papa puedes promover con autoridad.

Que continúes caminando gozosamente con el Pueblo de Dios.

Respetuosamente y fraternalmente,

Peter WoodruffSt Columbans Mission CentreAustralia