Frase evangélica: «Tú eres el Mesías»

1. Este pasaje ocupa un lugar central en el evangelio de Marcos, al que divide en dos partes. En la primera, Jesús intenta mantener su «secreto mesiánico»; en la segunda, lo revela y explica. En este momento crucial, los discípulos dan un primer testimonio: «Tú eres el Mesías». En realidad, identifican a Jesús como el salvador esperado por los sectores populares nacionalistas. La confesión definitiva la hará el mismo Jesús cuando afirme delante del Consejo judío: «Yo soy el Mesías». A partir de esta afirmación se entiende el mesianismo de Jesús: Jesús predica, actúa y muere por el reino de Dios, que es reino de justicia, de verdad y de vida; no es un Mesías político que intente reinar sobre las naciones o dominar a los pueblos. Lo confirmará el centurión al pie de la cruz: «Verdaderamente, este hombre era el Hijo de Dios».

2. Jesús educa a sus discípulos en un doble sentido: por una parte, silenciar un mesianismo desvirtuado por los intereses políticos y, por otra, aceptar una entrega de total servicio hasta la muerte. Jesús no es un rey poderoso, sino un servidor sufriente. Por lo demás, discípulo de Jesús no es quien se reduce a confesar verbalmente la fe a base de meras fórmulas. Dos son las condiciones esenciales para el discipulado: 1) renunciar a uno mismo (abandonarlo todo); y 2) cargar con la cruz, es decir, llevarla hasta el lugar del suplicio (humillación suprema). De este modo, los seguidores de Jesús participan en su misión siguiendo en pos de él.

3. La vida cristiana es participación en Cristo, que llega a la gloria mesiánica a través de la pasión y la muerte, consecuencia de su estilo de vida. El creyente debe vivir la paradoja cristiana: salvar la vida es perderla, y perderla por Cristo es salvarla.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Conlleva un compromiso real nuestra confesión de fe?

En el fondo, ¿quién es Jesús para nosotros?