Frase evangélica: «El que come de este pan vivirá para siempre»

1. La palabra que más se repite en el evangelio de hoy (nueve veces bajo formas distintas) es vida. La eucaristía es pan vivo que hace vivir siempre, para la vida del mundo. Pero la vida cristiana es vida para los demás y por Cristo. Es gozo, plenitud, descanso, felicidad. Naturalmente, es vida en la carne. En la vida amamos, sufrimos, padecemos hambre y sed, comemos, crecemos… No es cuestión de espiritualismo desencarnado. Además, lo contrario de la vida es la muerte. Precisamente, pobres son los que mueren «antes de tiempo», los amenazados injustamente por la muerte.

2. Jesús no ha venido a darnos cosas, sino a darse a sí mismo como vida. Es pan a compartir y repartir; es alimento disponible para los demás. Mediante la comunión del cuerpo y la sangre de Cristo, nos identificamos con el Señor, en parte por esfuerzo nuestro de imitarle, y en parte por gratuita donación suya.

3. El acto central de la eucaristía es la llamada comunión. En los Hechos de los Apóstoles, la comunión (koinonía) implica asimilación de la palabra apostólica, participación en el cuerpo eucarístico de Cristo, unanimidad de sentimientos con los hermanos y puesta en común de los bienes para que no haya pobres. No se reduce a recibir con la boca la hostia consagrada.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Cómo entendemos hoy la comunión eucarística?

¿Relacionamos esta comunión con otras dimensiones?