Salmo XXXIII

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa 
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno, es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.

Gustad y ved qué bueno es el Señor

¿Quién puede decir esto?

Creo que solo el que está desprovisto de otras riquezas, el que no tiene otras riquezas.

Que los humildes lo escuchen y se alegren.

Sí. Hay humildes y pobres que lo escuchan y se alegran. Es un milagro. Pero hoy se dan este tipo de milagros, como el ciego que veía o el cojo que andaban. ¡Existen los milagros!

El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege

También existen los ángeles. Pero con faldas o pantalones. El mundo está lleno de esos ángeles.

Luis Alemán Mur