Frase evangélica: «Salieron a predicar la conversión»

1. Al enviar a sus discípulos en misión, Jesús los envía: 1) «de dos en dos», para que se ayuden, para que no se desvíe el evangelio y para que testimonien válidamente, es decir, en grupo o en comunidad; 2) con «autoridad», es decir, en función de la fuerza de Dios, no desde la opinión personal o desde el poder de las instituciones, puesto que son embajadores de Cristo; 3) con poder sobre «los espíritus inmundos», que hoy equivaldrían a las dominaciones y sometimientos deshumanizantes. El Evangelio o la gran noticia que se proclama no consiste en interpretar el mundo, sino en transformarlo: es liberación y desalienación. La misión tiene por fundamento e institución a Jesús, y como actitudes evangélicas la disponibilidad, la pobreza y la libertad. nada de falsas seguridades.

2. La misión de la Iglesia y de los cristianos, a tenor de las consignas de Jesús, debe llevarse a cabo sin triunfalismos, con lo justamente necesario. En suma: 1) para que la misión no se convierta en proselitismo, debe respetar totalmente la libertad humana y religiosa de toda persona o pueblo; 2) para que no degenere en repetición vacía de contenido, debe huir del acomodamiento burgués o de la instalación, que es lo que ocurre cuando el misionero cede a la tentación de la comodidad o la vanidad; 3) para que sea misión eficaz, debe ser ejercida coordinadamente, no al modo de los «francotiradores», puesto que los evangelizadores están asociados a la persona y la obra del Maestro y forman parte de una Iglesia en estado de comunidad.

3. Los contenidos de la misión del evangelio pueden ser hoy actualizados así: 1) conversión de personas, instituciones y estructuras en la dirección del evangelio de Jesús; sin cambio profundo no adviene el reino; 2) señales que atestigüen este cambio, entre las que cabe citar, además de la liberación de lo demoníaco o lo diabólico -es decir, el rechazo del dominio del hombre sobre el hombre-, la injusticia, la mentira, la tortura y la muerte, así como la curación de cuerpos y espíritus: erradicación del hambre y de las epidemias mortales, aumento para todos de calidad de vida. En definitiva, lo importante no es lo que tenemos, sino lo que llevamos, a saber, una misión con medios pobres (pero profundamente enriquecedora) y vitalmente gozosa (aunque aparentemente dura).

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Participamos de algún modo en la misión cristiana?

¿Qué dificultades encontramos hoy a la hora de evangelizar?