EL GRITO DE LA MADRE TIERRA EN RUANDA

Las lluvias torrenciales que están arrasando el país africano

“El destrozo que producimos en la naturaleza se vuelve contra nosotros”

Faustino Vilabrille


Inundaciones en la República de Ruanda

En Ruanda la tierra grita el sufrimiento que le produce su muerte y como esta muerte hiela la vida de tantas personas

Una Doctora española, Misionera de Vida y Paz, que lleva muchos años trabajando con los más pobres de Ruanda, nos comunica en un escrito que titula EL GRITO DE LA MADRE TIERRA, el drama humano que están sufriendo millones de ruandeses a causa de las lluvias torrenciales que están azotando a toda Ruanda con decenas de muertos y cuantiosas pérdidas materiales

Si se tratara, con todos los respetos, de un solo soldado europeo o de EE.UU., sería noticia universal, pero como Ruanda es un país pobre, pequeño y lejano, aunque con 12 millones de habitantes, esta tragedia no sale en los medios de comunicación.

Este escrito refleja muy bien lo que está sucediendo ahora mismo y como todos somos culpables a causa del cambio climático que producimos los ricos y mata a los pobres, y provoca respuestas de dolor en la propia Madre Tierra, a veces con poca respuesta y compromiso de los que nos decimos cristianos, seguidores de Jesus de Nazaret, que tal vez, también en Ruanda, miran y miramos para otro lado, preocupados solo de nuestras vanidades. Este es su escrito: (Por prudencia omitimos dos nombres propios…).

EL GRITO DE LA MADRE TIERRA:

Querido Faustino: Ante tus escritos de estas últimas semanas he querido compartir contigo mis sentimientos y sufrimientos ante la situación que vive Ruanda, a la que ahora ya conoces.

En Ruanda la tierra grita el sufrimiento que le produce su muerte y como esta muerte hiela la vida de tantas personas.

Todo lo que llevamos de mes, nunca más real el refrán español “son de abril las aguas mil”, Ruanda está sufriendo tormentas y lluvias torrenciales por todo el país.
En el noroeste del país, los rayos han producido la muerte de 16 personas en Rughengeri, Gikongoro y Cyangugu.

Hace algo más de un mes, el rio se llevó por delante el puente que facilita la comunicación de la población de Kabuga (distrito de Kamonyi) donde trabaja una compañera, con el resto de las poblaciones cercanas y los caminos son intransitables por el lodo que arrastran las lluvias.

Ese puente se construyó con el esfuerzo y la ilusión del P. José Ramón Amunárriz, sacerdote vasco, que dedicó su vida en Ruanda a mejorar las condiciones de vida de esta población, que hasta entonces estaba aislada y abandonada, y su compromiso con los más desfavorecidos le llevó a morir en extrañas circunstancias en un accidente de tráfico.

Este pueblo se encuentra situado a las orillas del rio Nyabalongo.

En estos últimos días, que las lluvias han sido tan intensas y prolongadas, se han producido grandes desprendimientos de tierra, que se han llevado por delante 2 casas, con sus habitantes en el interior hasta sepultarlas en el rio. Un total de 11 personas, 6 de ellas niños, han fallecido.

En Kigali, el martes pasado, toda la noche, desde las 2 de la madruga vivimos el espectáculo de tormentas con gran aparato eléctrico, y lluvia intensa. Siempre pensando en la gente que vive en las laderas de las colinas y en casa fabricas con ladrillos de adobe… La preocupación no era vana, la radio dio la noticia, en diferentes barrios de Kigali habían fallecido 19 personas a causa de derrumbes de su vivienda o bien sepultados por el lodo.

A esto hay que añadir tantas familias que han quedado sin casa, o medio destruida y sin medios económicos para rehabilitarla.

Y como decimos: “siempre pagan los mismos”, los más pobres, los más desfavorecidos.
Los ricos, entre los que puedo incluir a la mayor parte de los consagrados, no tenemos miedo a que se caiga nuestra casa, está construida sobre roca, pero no siempre la roca es Cristo, sino un poder adquisitivo mayor y materiales más sólidos.

Ciertamente la vida es así, solo nos salvará si somos capaces de gritar la injusticia de que se consienta hacer este tipo de viviendas en lugares, de sobra conocidos, como peligrosos y clamar también por la solidaridad, sobre todo entre los cristianos.

Es más, estas situaciones favorecen la política del gobierno. Estas casas deben ser expropiadas y pagar por ello. Ante el derrumbe o el destrozo, la gente emigra buscando otros lugares más seguros, con lo cual, el gobierno se ahorra las indemnizaciones.

Ruanda es un país de gente muy religiosa, pero la Iglesia no favorece que la fe se vea implicada en la vida, creando un sentido crítico y un compromiso real con las situaciones de injusticia.

Sueño que en mi parroquia se hable en la homilía de estos sufrimientos de la gente y se grite SOLIDARIDAD! Para que todos nos pongamos en marcha e intentemos disminuir el dolor de los que sufren estas situaciones, pero hasta ahora sigo soñando, cada día siguen pidiendo por las necesidades del nuevo templo.

Sentimos sensación de impotencia ante tanto sufrimiento, que en el fondo nosotros mismos lo hemos creado con nuestro consumismo, pero no acabamos de creérnoslo.
El destrozo que producimos en la naturaleza se vuelve contra nosotros y no es una venganza de la tierra, la tierra es madre y en estas situaciones llora su impotencia ante la muerte de sus hijos.

Que el Señor nos tenga de su mano para no dejarnos caer en el fatalismo y en la indiferencia. “Casi sin darnos cuéntanos nos volvemos incapaces de sentir compasión ante el drama de los otros… “como dice el Papa Francisco en la Evangelli Gaudium, y que nunca perdamos la ilusión, ni dejemos de poner nuestro esfuerzo, en la construcción de un mundo más justo.
Un abrazo…

Por nuestra parte debemos redoblar nuestro compromiso de justicia y solidaridad con los más pobres, incluida la Madre Tierra, porque es un pobre más entre los empobrecidos del mundo.