Salmo CXV.

R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida

Tenía fe, aun cuando dije: 
«¡Qué desgraciado soy!»
Mucho le cuesta al Señor 
la muerte de sus fieles.

Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.

Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén. R/.

Rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor.

Nacemos llorando. Presos a nuestra pequeñez. Solo Dios rompe nuestras cadenas. La única forma de pagar a Dios es preocuparse por los hermanos que nos rodean. Ahí está la plena libertad.

En el atrio de la casa del Señor

La casa del Dios es el hombre. Allí nos espera.

Luis Alemán Mur