Domingo 1º de Cuaresma – Ciclo B

Marcos 1,12-15:

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. 
Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»

Palabra del Señor

El Espíritu empujó a Jesús al desierto.

No se entiende la historia de Israel sin el desierto. Tampoco se entiende sin una tierra prometida. ¿Se puede entender la fe sin un desierto? De la vida privada de Jesús en Nazaret no sabemos nada. Sí tenemos datos para afirmar que vivía en una familia creyente. El que se cita como hermano mayor (Santiago) hay que identificarlo como un ferviente fariseo que llevó consigo las prácticas religiosas judías con fanatismo, incluso después de recibir la visita del Jesús ya resucitado, incluso al presidir la primera comunidad cristiana de Jerusalén. Para estos fervientes judíos, el desierto fue un capítulo central de su historia.

Para Jesús que seguía los pasos de su maestro Juan, el desierto era un paso previo obligado para anunciar un nuevo reino de Dios.

Todo hace pensar que la fe en la historia de cualquier creyente atravesará uno o más de un desierto. Son días, meses o años duros y amargos como lo fueron para el pueblo de Israel. En la sed mortal de esos días se quejaban a Moisés: “para esto nos sacaste de Egipto”.

Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían

Los “cuarenta días”. De ahí sacamos el nombre de nuestra cuaresma. Cuarenta quedó en la historia judía como cantidad simbólica

Satanás, alimañas, y ángeles sirviendo no pasan de ser más que recursos literarios. Si alguien quiere conferirles realismo histórico será más bien por deficiencia en el conocimiento de las formas literarias utilizado en libros antiguos, incluso la biblia.

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.

Una vez más se insiste en la dependencia inicial de Jesús con su maestro. Desde ese arresto, la predicación de Jesús, además de una entidad propia, tendrá de fondo la posibilidad real de ser apresado y enjuiciado. Jesús aludirá a ello con frecuencia. Aunque se quede por Galilea, anunciará el reino con la tensión del perseguido.

Luis Alemán Mur