Salmo XXXI.
R/. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero. R/.
“Eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación”
Los salmos son cantos nacidos de la fe. La fe produce seguridad. Creer y confiar en Dios son la base de una vida humana. El Antiguo Testamento está lleno de personajes que con su fe iluminan a esa parte de la humanidad que sigue creyendo en Dios.
“Alegraos, justos, y gozad con el Señor; aclamadlo, los de corazón sincero”
Hay una corriente de santones maestros que unieron a Dios con el miedo. No creo que sean santones de Dios.
Luis Alemán Mur