Salmo XCIV

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: 
«No endurezcáis vuestro corazón»

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.»

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor

Siempre se puede oír la voz del Señor. Habla en un lenguaje universal.

Con humildad y fe se puede escuchar mejor

No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto;

Meribá es un lugar que el pueblo atravesaba al venir de Egipto, camino de la tierra prometida. El pueblo tenía sed y hambre y se quejaba ante Moisés. ¿Para esto nos sacaste de Egipto?

Cuando se pierde la esperanza, se oscurece todo.

Luis Alemán Mur