Una carta enviada a Roma hace 18 años y nunca contestada

“Nunca ha habido reconciliación con los sacerdotes casados”

“Se ha humillado e insultado al colectivo de personas que pidió la dispensa del celibato”

Es inminente la canonización de Paulo VI. Enviamos nuestro veto, por parecernos que en la “Sacerdotalis Coelibatus” existen insultos a los que nos secularizamos

Esta carta fue enviada al cardenal presidente del jubileo del año 2000 pidiendo que la jerarquía se reconcilie con los sacerdotes casados. Han pasado casi 18 años y no hemos obtenido ninguna reconciliación: Solamente el Papa Francisco en el año de la misericordia se reunió con tres familias de sacerdotes casados. Pero aquel gesto no se puede considerar como desagravio, sino de misericordia.

Emmo. Señor:

En distintas ocasiones los más altos representantes jerárquicos de la Iglesia Católica piden perdón por asuntos pasados y rehabilitan a personajes históricos. Pensamos que a muchas personas conmoverán estos gestos.

Parecería incongruencia el pedir perdón y rehabilitar a difuntos históricos y no hacerlo con seres vivos que hemos sufrido a causa de leyes canónicas. Como presidente de la Asociación de Sacerdotes Casados de España (ASCE), expongo lo siguiente, con el fin de que nuestros altos representantes de la Madre Iglesia den un paso de reconciliación con los sacerdotes secularizados.

Según nuestro criterio se ha humillado e incluso insultado al colectivo de personas que pidió la dispensa del celibato. Y aducimos en prueba de esta afirmación la Encíclica firmada por el Papa Paulo VI el día 24 de junio de 1967. Transcribo las frases, a nuestro juicio injuriosas para los dispensados.

En el nº 83 de la Encíclica “Sacerdotalis celibatus” se lee: “Nuestro corazón se vuelve con paterno amor, con gran estremecimiento y dolor hacia aquellos desgraciados mas siempre amadísimos y queridísimos hermanos nuestros en el sacerdocio que manteniendo en su alma impreso el sagrado carácter conferido en la ordenación sacerdotal, fueron o son desgraciadamente infieles a las obligaciones contraídas al tiempo de su consagración”.

Estas frases son humillantes e insultantes para cuantos pedimos en su día la dispensa, además de injustas. El llamar a uno desgraciado, en la lengua española se considera verdadero insulto, Algo parecido es decirle a uno infiel. Aparte de esto, si en la misma Encíclica se reconoce en párrafos anteriores la deficiente formación psico – sexual de los métodos de aquel tiempo, todavía resulta más bochornoso el emplear tales calificativos para aquellos “amadísimos y queridísimos hermanos nuestros en el sacerdocio”.

Añade en el nº 84 las llagas que se infieren a la Iglesia por la “defección” de los sacerdotes que piden dispensa. La palabra defección significa según el diccionario de la Real Academia Española “acción de separarse con deslealtad de la causa o parcialidad a que pertenecían”. Es injusto llamar desleal a una persona por el hecho dar nueva orientación a su vida, después de pedir autorización a la legítima autoridad y después de comprobar su imposibilidad de vivir en celibato, y máxime teniendo en cuenta la formación deficiente de aquel entonces para el desarrollo psico – sexual.

El nº 85 contrapone a quienes piden dispensa con “el gran número de sacerdotes sanos y dignos”. Indirectamente aparecemos como insanos e indignos. Sí es verdad que todos somos indignos del sacerdocio, todos dada su grandeza, pero no se debe en caridad discriminar a unos como dignos, porque siguen dentro del clero y a los otros, indignos, por haber pedido y obtenido dispensa de celibato.

El nº 86 dice: “… solo cuando el caso ya no presenta solución alguna posible, se aparta al desgraciado ministro del ministerio a él conferido”. Es un nuevo insulto.

El nº 87 dice: “… concede a veces la dispensa pedida, no sin acompañarla con la imposición de obras de piedad y de reparación, a fin de que quede en el hijo desgraciado, mas siempre querido, un signo saludable del dolor maternal de la Iglesia… “Esta frase, además de insultante, suena a sarcasmo. “desgraciado, mas siempre querido”. Da la impresión de humillar hasta el extremo a aquel a quien se beneficia.

El nº 88 dice: “Tal disciplina severa y misericordiosa… contribuirá, sin duda, a confirmar a los buenos sacerdotes en el propósito de una vida pura y santa, y servirá de aviso…” ¡Qué triste!

Aparte de todos estos insultos y falsas misericordias la Encíclica a nuestro juicio contiene una grave incongruencia teológica. Desde el punto de vista dogmático es más fácil mantener la ley del celibato “sin fisuras” que prohibir de por vida a una persona el ejercicio de un sacramento. Todo sacramento da derecho al uso del mismo. No podemos concebir un matrimonio a quien se le prohíba la relación conyugal de por vida, ni un bautizado a quien se le prohíba asistir a funciones religiosas por haber recibido otro sacramento, o para que pueda recibirlo.

Con el Orden sacerdotal no puede haber excepción. Y no cabe argüir que el orador fue quien renunció al ejercicio del sacerdocio, ya que careció de libertad: si no renunciaba, no se le concedía la dispensa. Además, nunca puede uno renunciar al derecho del uso a un sacramento de por vida.

Aunque no disponemos de documentos, tenemos varias noticias de que, en distintas ocasiones, diversas jerarquías eclesiales nos han comparado con “Judas” y nos han considerado “traidores”.

Teniendo todo esto en cuenta, ruego a S. E. haga las gestiones oportunas para una reconciliación con este colectivo. Creemos que será justo y equitativo. Le saluda affmo. Hermano en Cristo

José María Lorenzo Amelibia envió esta carta como presidente de la Asociación de Sacerdotes Secularizados de España ASCE

Nota final: Esta carta nunca fue contestada, ni tenida en cuenta para nada. Jamás ha habido reconciliación de parte de la Jerarquía para nosotros. Es inminente la canonización de Paulo VI. Enviamos nuestro veto, por parecernos que en la Sacerdotalis Coelibatus existen insultos a los que nos secularizamos. Se reconoció que al menos en lengua castellana sí se considera insulto la palabra “desgraciados”. Ahí quedó todo.

Josemari Lorenzo, 27 de diciembre de 2017

Pablo VI un Papa del Concilio pasó a ser Papa de la Curia. Primero, consintió que la Curia prohibiera hablar del celibato en el Concilio. Segundo, sin consultar a los obispos, en craso menosprecio de la colegialidad, el dia 24 de junio del 1967 promulga la importante enciclica Sacerdotalis caelibatus con desastrosas consecuencias para la Iglesia. Montini no fue un papa liberal, ni amante de la colegialidad. Fue uno más dominado por la Curia. La Curia, ahora lo hace santo. ¡Pues muy bien!

Luis Alemán Mur