Frase evangélica: «Él os bautizará con Espíritu Santo»

1. El bautismo que Jesús recibe de Juan no lo recibe para «darnos ejemplo» ni es mero gesto de humildad o de solidaridad con los pecadores. Estamos ante una escena de investidura o de consagración mesiánica: Jesús es el Hijo, el Señor; así nos lo dice Dios. El pueblo esperaba y espera que los cielos se abran (con nueva justicia), que Dios aparezca como Padre (estamos hartos de tantas paternidades falsas) y que se presente el Mesías, el Salvador (siguen pululando los falsos salvadores). «Tú eres mi Hijo» es una fórmula de adopción real y mesiánica.

2. El Mesías del profeta Isaías está ungido de Espíritu (fuerza, sabiduría, amor), sale de las aguas (nueva creación) y es servidor del pueblo (justicia, liberación). Jesús interpreta su propio bautismo como bautismo de sangre y de espíritu: es el acto pascual. Jesucristo se humilla con un gesto de pecador. Este gesto de humillación es la condición de su exaltación.

3. El bautismo cristiano, derivado del de Cristo, es nueva creación por el agua viva, nuevo nacimiento por el Espíritu, filiación con respecto a Dios, reconocido como padre y madre, y entrada en la Iglesia, pueblo de Dios y comunidad de creyentes.

REFLEXIÓN CRISTIANA: ¿Qué nos evoca realmente el acto del bautismo? Cuando participamos en un bautismo, ¿qué experimentamos?