24 de Diciembre. 4º Domingo de Adviento

Lucas 1,67-79:

En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, se llenó de Espíritu Santo y profetizó diciendo: «”Bendito sea el Señor, Dios de Israel”, porque ha visitado y “redimido a su pueblo”, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la “misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza” y “el juramento que juró a nuestro padre Abrahán” para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante “del Señor a preparar sus caminos”, anunciando a su pueblo la salvación por el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz».

Palabra del Seño

En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, se llenó de Espíritu Santo y profetizó diciendo: «”Bendito sea el Señor, Dios de Israel”, porque ha visitado y “redimido a su pueblo”, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas

El protagonista de este evangelio no es Jesús. Es. O sigue siendo, Juan el Bautista. Lucas tiene dos intenciones fundamentales al escribir su obra (Evangelio y Hechos) una es ayudar a la iglesia a mantenerse unida ante la proliferación de pequeños grupos más o menos divididos y alejados de la auténtico Jesús. La otra intención buscada es conseguir que el cristianismo predicado por las primeras comunidades no era una religión peligrosa socialmente enfrentada a la autoridad civil. Su cristianismo nace de una religión tradicional y venerable, enraizada en la historia de la religiosidad judía.

“Bendito sea el Señor, Dios de Israel”, porque ha visitado y redimido a su pueblo”.” Suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas”

Los cristianos de hoy nunca deberíamos olvidar nuestras raíces. Las agitaciones políticas del Israel de hoy no deben borrar las raíces históricas de nuestra fe cristiana. No solo Jesús fue judío, incluso el Antiguo Testamento es un curso de fe. Las barbaridades recogidas allí no serán muy distintas de las barbaridades de la historia cristiana

Luis Alemán Mur

25 de diciembre de 2017 Lunes. Natividad del Señor

Juan 1,1-18:
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.”» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor

“En el principio ya existía la Palabra”

Desde el principio lo humano estaba en la mente del Creador. Es decir, lo humano era el proyecto (Palabra) de lo divino. Lo humano estuvo siempre en el corazón de lo divino.

“Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.”

Por tanto, la humanidad,-lo humano-, es la finalidad de la creación: “y sin lo humano no se hizo nada de lo que se ha hecho”. Es lo humano lo que el Creador busca.

“En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres”

Y Jesús fue el proyecto conseguido. La vida de lo humano estaba en Jesús. Por eso es la luz de los hombres.

Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no le conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.

Lo que vino fue un niño. Porque de Dios nada sale ya hecho. No “fabrica hombres” terminados para un escaparate. Lo que Dios da a la sociedad son niños para que la sociedad colabore en la “fabricación del hombre”.

Desde esta visión teológica hay que examinar la pederastia, las “manadas” de niños emigrantes, o militarizados o hambrientos llenos de moscas esperando la muerte, antes de conocer la Vida. Cuando se habla del “pecado del mundo”, de eso hablamos. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.

En Belén, en Nazaret o donde fuese hubo una cuna o un pesebre donde comenzaba la plenitud del hombre. Luego vendríamos el resto. Unos en palacios, otros en la guerra, otros en las olas del mar, unos con hambre desde el primer día, unos con juguetes, otros con bombas para matar, otros como placer para pederastas, otros para ser quemados en altares de dioses. No hay crimen más criminal que el que se comete con niños. No hay herencia más negra que la de un niño usado.

¡Ojalá desfilen ante la cueva de nuestros belenes todos estos niños del mundo!

Luis Alemán Mur