DENUNCIA QUE NI PARECEN “RECONOCER QUE LA COMUNIDAD CATÓLICA LGBT EXISTE”

James Martin, a los obispos USA: “¿Dónde están las declaraciones en defensa de los LGBT?”

“Enterremos frases como ‘atracción a personas del mismo sexo’, y llamemos a la gente lo que ella se llama”

Cameron Doody. (R. Digital)

La carga la tiene la Iglesia institucional porque es la Iglesia institucional la que ha hecho que los católicos LGBT se sientan marginados, y no al revés

“El respeto significa, como mínimo, reconocer que la comunidad católica LGBT existe”. En una charla en Filadelfia, el jesuita James Martin lanzó un reto al episcopado estadounidense: que de una vez por todas reconozca que existen católicos no heterosexuales. Y no simplemente que existan católicos “afligidos por una atracción a personas de su mismo sexo”, ya que el respeto que estos fieles merecen implica “llamar a la gente lo que quiere que se la llame”.

El padre Martin arrancó su charla la noche del pasado lunes en la iglesia de Old St. Joseph’s explicando el sentido del título del libro suyo que había venido a presentar, que se traduce al español como Construyendo puentes: Cómo la Iglesia Católica y la comunidad LGBT pueden entrar en una relación de respeto, compasión y sensibilidad.

El jesuita aclaró que los “puentes” a los que el título de su libro hace referencia se han hecho necesarios en la medida en la que ha habido “una falta de comunicación y bastante desconfianza” entre los fieles LGBT y la jerarquía eclesiástica.

Como prueba de ello, Martin señaló la reacción del episcopado estadounidense después de la matanza en el club gay de Orlando en junio del año pasado, en la que murieron más de medio centenar de personas. “La mayoría de los obispos no dijeron nada” tras la tragedia, lamentó el jesuita, y de ellos que sí ofrecieron condolencias y oraciones “solo unos pocos mencionaron las palabras ‘LGBT’ o ‘gay'”. Hecho que a Martin, dijo, le pareció “un cierto fracaso a la hora de reconocer la existencia” de la comunidad gay.

Pero ¿en qué consistiría un gesto por parte del episcopado que pudiera satisfacer a los fieles gays y hacerles sentir acogidos, por fin, en su Iglesia? Martin no tiene ninguna duda. Primero, si la jerarquía quiere respetarlos, de verdad, ésta tendría que enterrar, por fin, “frases como ‘afligido con atracción a personas del mismo sexo’, que ninguna persona LGBT que yo he conocido utiliza”, afirmó el sacerdote. Y segundo, la jerarquía debería publicar declaraciones en defensa de la comunidad gay, tal y como “los líderes católicos con regularidad publican declaraciones en defensa de los nonatos, los refugiados y migrantes, los pobres, los sintecho, los ancianos”.

Aún así, el puente de la Iglesia institucional hacia los católicos LGBT sería incompleto sin dos peldaños más, a juicio de Martin. Uno, que la jerarquía sea “consistente” con su política de contrataciones y despidos de personal.

Demasiadas veces esta política ha sido utilizada solo en contra de empleados eclesiales gays, cuando, a juicio de Martin, “para ser consistente, debemos despedir a gente que no ayudan a los pobres. Debemos despedir a gente que no perdona. Debemos despedir a gente que no ama”. Y el último peldaño que la Iglesia puede colocar para de verdad alcanzar la periferia que es la comunidad LGBT: que sea la jerarquía la que dé el primer paso.

“La carga la tiene la Iglesia institucional”, concluyó Martin en su intervención. “Quiero ser muy claro. La carga la tiene la Iglesia institucional porque es la Iglesia institucional la que ha hecho que los católicos LGBT se sientan marginados, y no al revés. Así que, el trabajo lo ha de hacer los líderes de la Iglesia”.

Héctor, acabo de ver este artículo sobre el padre Michael Judge, franciscano y abiertamente gay pero respetuoso del voto de castidad, que murió en las torres gemelas con los bomberos de quienes era capellán.

Un grupo de amigos y admiradores están promoviendo su canonización. Tienen varias razones. “Fue de los primeros curas que se entregó al ministerio de los pacientes de sida cuando ni el personal religioso ni los profesionales de la salud en general rehusaban tocarlos”

Paréntesis: hay que mencionar que fueron los hospitales de la iglesia católica en la ciudad los únicos que por mucho tiempo aceptaron la decisión de la jerarquía de abrir sus puertas a esos pacientes. Es una de esas contradicciones propias de los príncipes de la iglesia…

Volviendo al padre Judge: el artículo documenta su trabajo como capellán de bomberos, su ministerio con los pobres y los enfermos y su relación conflictiva con la jerarquía. Te va a gustar su comentario. Dijo que a veces se sentía perteneciendo a una iglesia distinta de la formada por los jerarcas, a los que llamaba ‘los monseñores muy gordos’.