Ir por el mundo con el título de perito de Dios o las cosas de Dios puede ser ofensivo para el hombre y sacrílego para Dios.

Es sacrílego cuando se habla como propietario de las verdades divinas o con menosprecio a los demás. Y llega al ridículo en los casos que sea público que la soberbia es consecuencia de resentimientos y venganzas. No es raro encontrar teólogos que utilizan a Dios para lucirse, vengarse o conseguir un status social. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

La soberbia siempre hace daño a alguien. Pero la soberbia del teólogo hace mucho daño a los creyentes. Sobre todo si esos creyentes están por debajo del soberbio: Por ejemplo, los fieles de un párroco; los súbditos de un superior o superiora de convento; un cardenal, un obispo. “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste esto a sabios e inteligentes, y lo revelaste a sencillos” Mt 11,25

Una licenciatura o un doctorado en Teología es siempre una tentación para la soberbia. ¡Lástima que todo esto se aprenda con la edad!

Luis Alemán Mur