Domingo 23º del T.Ordinario Ciclo A

Mateo 18,15-20:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Palabra del Señor

“Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano”.

Jesús trae la nueva justicia del Reino de Dios. Entre los creyentes que sigan a Jesús no hay revancha sino el perdón de cualquier ofensa. Y esto aunque peque contra ti siete veces al día, como añade Lucas (17, 4) Es decir, nosotros estamos capacitados para ofender a los hermanos por acción o por omisión. Eso es lo que trae el desorden a la sociedad. (En lo político. En lo económico. En lo familiar. En cualquier tipo de convivencia.) El mundo clerical orientó todos los pecados hacia Dios. Todo lo tenía que perdonar Dios sujeto a una serie de ritos, penitencias e intervenciones sacerdotales. El perdón se sometía a un mecanismo legal que fue tomando cuerpo desde el siglo VII difundido por los monjes irlandeses que nos trajeron en sus misiones listas de pecados y sus correspondientes penitencias. El concilio de Trento intentó introducir en el cristianismo un sistema legal que atara incluso los dogmas con leyes al estilo del judaísmo.

Quedó lejos el perdón entre hermanos bajo la mirada de la comunidad. Parece que la Ley lo vuelve a controlar todo. Son las querencias del judaísmo.

A todos nos sobresaltó y a muchos nos entusiasmó ver a Jorge Mario Bergoglio arrodillado en el balcón pidiendo perdón al pueblo cuando ya era papa Francisco. Luego, pasado tiempo, no me gustó verlo confesarse, arrodillado en el confesionario.

Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

La comunidad de Jesús es el camino para oír al Espíritu y para llegar al Padre. La comunidad de Jesús no es posible sin la fraternidad con los hermanos. ¿Por qué no cambiamos el “yo pecador” inicial por una expresión de un perdón mutuo para podernos sentar alrededor de la mesa?

Luis Alemán Mur