“Hay un inmenso potencial de Iglesia que está en la ‘periferia’ de los ex”

“La Iglesia oficial ha marginado a los ex, haciéndoles notar su ‘fracaso'”

“Con ellos, la Iglesia no ha sido inteligente ni cristiana, ha sido secta más que de Iglesia”

Xabier Pikaza,
teólogo

 

En este momento (año 2017) la Iglesia en su conjunto debe afrontar este tema con inteligencia y valentía cristiana, con humildad (por su pecado) y con generosidad (por evangelio…)

 


Arzobispo de Canterbury y esposa con el papa

Hoy quiero hablar de una periferia muy concreta: La que forman (formamos) los “secularizados” de una determinada Iglesia Clerical. Hay una iglesia clerical de tipo jerárquico, es decir, de Clero separado y más alto, formado por el centro y por la cúspide de la gran pirámide de los que poseen las “órdenes sagradas” de diverso tipo, obispos y presbíteros, religiosos y religiosas, que tienen un status y una autoridad superior en conjunto oficial de la Iglesia.

Esa Iglesia no es en sí misma secta, pero ha corrido el riesgo de convertirse en gran secta, alguien diría que es la madre de todas las sectas de occidente, por su clasismo, su visión jerárquica, y sobre todo por la forma de tratar a los “expulsados”, salidos de su jerarquía (los ex).

La Iglesia ha queridos ser centro (desde el óvalo de Bernini), pero siempre han existido los que están fuera de ese centro, los que no forman parte del orden superior, los que no tienen jerarquía, los laicos (del simple laos, que es pueblo: lo que son pueblo-pueblo), con los seculares (los que forman parte del saeculum/siglo, es decir, del mundo bajo). Ciertamente, Jesús anduvo con ese tipo de gente (enfermos, pobres, impuros, marginados, gente de vida dudosa).

Pues bien, en este momento, principios del siglo XXI hay un tipo de cristianos que no son simplemente seglares, sino “seglarizados” (secularizados), que han dejado por diversas razones los “ordenes” sagrados, han dejado de ser curas o monjas, se han (o les han) “secularizado”. Estos no son simplemente laicos sino “laicificados”, un tipo de gente a la que se ha visto mal en la Iglesia, como tipos que no han “resistido”… o incluso que han “apostatado”.

En principio esta gente son (somos) simplemente lo que son (somos) : Seres humanos, es decir, laicos (del gran pueblo), seculares (del siglo, es decir, de este mundo). Gentes que, de pronto, habiendo sido de la “jerarquía” (es decir, de arriba) se encuentran en la pura calle, y aprenden cosas que antes no sabían, y viven experiencias que antes no vivían.

Entre las muchedumbres de secularizados (docenas de obispos, miles y miles de curas, frailes y monjas…) hay gente de todo tipo, como en botica (según se decía)… hay cansados y tristes, hay rebotados y resentidos, hay simplemente adaptados…, pero hay gente que es centro de la nueva Iglesia.

De esos ex, de periferia, tratan los capítulos finales del libro de Riccardi, y los presenta como lo que son: Como principio de una nueva Iglesia, como lo fue Jesús, el que cambió al menos tres veces de proyecto (dejó a Juan, con el que había “profesado”, dejó Galilea donde se había asentado…) por fidelidad a la palabra de Dios y a su llamada de Reino.

Ciertamente, hay cambios malos, por frivolidad por resentimiento… Pero hay, sobre todo, como dice A. Riccardi en este libro de las Periferias, cambios que son buenos y necesarios. Pues bien, entre los “cambiados” de la Iglesia, los “ex” del clero destacan dos tipos de personas:

Los que sufren el rechazo de los que siguen en el clero (de la jerarquía)… y su propia situación de ruptura… Ellos forman una dura periferia de la Iglesia que, en general, no ha sido ni está siendo reconocida, como un material de derribo…

— Pero hay otros que quieren crear Iglesia de un modo distinto, que saben ex… para ser in, de un modo nuevo, en centro de la gran Iglesia desde la otra cara de la gran barrera, desde su nueva situación.

Entre esos ex que son in, en este momento, hay según A. Riccardi miles y miles de hombres y mujeres de fe y vida cristiana, que no se definen por su “ex” (lo que han sido: excuras, exmonjas…), sino por eso que he llamado “in”, por lo que son y hacen, y por lo que quieren hacer en la iglesia.

Estos ex no son gente que ha dejado el arado o que ha mirado atrás, sino que ha visto que había otro arado y otra tierra que sembrar, que había otros caminos de evangelio y de vida. Entre ellos están algunos de los que hoy más pueden aportar a la iglesia de Jesús, como dice Riccardi (y no simplemente a la Iglesia Establecida, que también tiene muchísimo que hacer, muchísimo que dar).

Lamento y propuesta de Riccardi

En ese contexto de los “secularizados” del siglo XX recuerda Riccardi sobre todo a los “sacerdotes obreros” de Francia en los años 40 y 50 del siglo pasado, que quisieron vivir la vida cristiana desde la periferia del gran mundo burgués de la iglesia establecida. La situación era dura, el camino difícil… pero quisieron encontrar una respuesta, una vía distinta… y se les cerraron las puertas.

Gran parte de los sacerdotes obreros (y de las religiosas de su entorno) se secularizaron (en el sentido menos ordinario del término) porque no encontraron lugar cristiano en un tipo de Iglesia dominante. Los “jerarcas” no reconocieron su camino, no exploraron con ellos las nuevas posibilidades eclesiales, y ellos dejaron un tipo iglesia establecida. Fue un fracaso en parte de ellos, en parte de la iglesia establecida, fue una oportunidad perdida.

En ese contexto recuerda también A. Riccardi el caso de numerosos ministros y monjes de la Iglesia Rusa, que se han secularizado buscando el evangelio desde el otro lado de la Iglesia. Ellos han ofrecido y ofrecen un visión nueva del evangelio y de la tarea eclesial…

Pero, sobre todo, quiero insistir en el hecho de hay muchísimos “presbíteros” (curas y monjas) de la Iglesia Católica que se han secularizado (que han dejado la jerarquía) básicamente por fidelidad a su propia vocación cristiana y a su tarea de fondo en la Iglesia (entre los que Riccardi cita en especial a G. Sandri). No todos los casos son iguales, pero hay muchos que han seguido este patrón:

— En un momento dado, algunos curas y monjas, por evolución vital, por fidelidad a su misma vocación humana y cristiana, han visto que su lugar en la iglesia no era el clero ni el convento, y han “salido”, pero no para “dejar” (no lo han dejado…), sino para entrar en otro contexto eclesial y para tomar otros caminos y responsabilidades afectivas, familiares, humanas…

— El conjunto, la Iglesia oficial ha respondido sociológicamente como responden las “clases privilegiadas” (o un tipo de sectas): ha marginado a los ex, les ha dejado un lugar, pero casi como “penitentes”, haciéndoles notar su “fracaso”. Esta actitud de gran parte de la Iglesia no ha sido inteligente ni cristiana, ha sido de secta más que de Iglesia, ha sido de grupo de poder, más que de evangelio.

— En este momento (año 2017) la Iglesia en su conjunto debe afrontar este tema con inteligencia y valentía cristiana, con humildad (por su pecado) y con generosidad (por evangelio….). Hay un inmenso potencial de Iglesia que está en la “periferia” de los ex…

Decía el Cardenal de Cusa que la periferia de Dios es su mismo corazón (“un círculo cuya circunferencia es el centro…).

En esa línea, el Papa Francisco sigue diciendo que la verdadera jerarquía de la Iglesia son los cojos-mancos-ciegos, los marginados de la historia, hambrientos y extranjeros, enfermos y encarcelados (pero eso lo había dicho ya Jesús, según Mt 25, 31-46; el papa es sólo un buen copista)

Avanzando en esa misma línea, retomando el evangelio y el proyecto del P. Francisco, quiere situarse este libro, que ha sido una de mis mejores lecturas de verano: A. Riccardi, Periferias. Crisis y novedad para la Iglesia (San Pablo, Madrid, 2017).

Dios no está en el centro, sino en el margen de la gran ciudad vencedora, con los vencidos, expulsados, marginados… Con ellos estuvo Jesús, con ellos (sólo con ellos puede comenzar nuestra historia de evangelio).

Ciertamente, A. Riccardi no es periferia… Él es quizá el “seglar” más conocido de la Iglesia de Italia y de la Iglesia Universal: Padre de Familia, Profesor de Universidad (en Roma III), Ministro del Gobierno en Italia… y sobre todo fundador de la Comunidad de San Egidio, del Trastevere Romano, al otro lado de la Gran Ciudad.

San Egidio es una comunidad de tipo orante y comprometido por la justicia, en un barrio de Roma, que es símbolo de todos los barrios y periferias del mundo (hoy en gran parte para turistas). Quien quiera saber algo de la vida y obra de Riccardi mire en Google y lea A. Riccardi o Comunidad de San Egidio… o más en particular las notas de presentación de este libro que ha sido lanzado en Madrid esta primavera con toda abundancia de prensa y obispos.