Transfiguración del Señor. Mateo 17,1-9:

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»

Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.»

Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis.»

Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.

Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»

Palabra del Señor.

“Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol”

Según el comentario de Senén Vidal: En la base del relato de la transfiguración que copia con algunas modificaciones el relato de Marcos, hay una reflexión de la comunidad cristiana sobre el sentido global de la misión de Jesús, tomando como base la tradición israelita sobre la revelación en el monte Sinaí. Por lo tanto, lo que indica el relato es que la revelación de Dios se concentra ahora en Jesús, el agente mesiánico, el Hijo de Dios, a quien hay que escuchar. En él se ha efectuado la revelación completa de Dios que ha dejado atrás la revelación en el Sinaí

“Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él”.

La presencia enigmática de Elías apunta al recuerdo histórico de cómo Jesús se enfrentó a su previsible final violento, porque no olvida el final violento de Juan, que, como el Elías esperado, no pudo cumplir su misión de restablecer todo en el pueblo de Israel. Los dos fueron eliminados violentamente. Y ahora Jesús encontraba el rechazo y estaba a punto de sufrir también un destino violento. La muerte violenta de Juan al que siguió como a su maestro integró a Jesús en la historia de Israel.

“No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos”

La vida de Jesús tendrá pleno sentido si acaba sentado a la derecha del Padre. Pero ahora, hablar de la resurrección haría más incomprensible su vida.

Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo

El de siempre. Sin efectos especiales. El mensajero del nuevo reino

Luis Alemán Mur