LOS MÍSTICOS, ESOS AVENTUREROS

La mística o los místicos son palabras que producen en la conversación ordinaria de calle sonrisas despectivas o admiración o simplemente incredulidad. Sin embargo, parece que la historia, desde muy lejana, nos demuestra tenazmente nuestra absoluta ignorancia.

Teresa de Jesús

Fue una mujer símbolo de su época, corre caminos de España, perseguida y querida de sus pueblos, fundadora de conventos descalzos, perseguida por cleros santones, escritora de los mejores libros de la biblioteca de los cristianos. Algunos de ellos que nos han despistados a muchos como el Las Moradas: un recorrido desde los arrabales desde la mera exterioridad al más profundo centro de uno mismo. La séptima y última morada es el servicio a los demás que no es sino el encuentro con Dios. La Iglesia oficial tardó en comprenderla

Evelyn

“La mística, así, pues, nos ofrece la historia, antigua como la civilización, de una raza de aventureros que ha llevado hasta el final el proceso de un retorno deliberado y activo a la fuente divina de las cosas. Los místicos se han entregado a la viva dinámica del universo, y han vivido, por lo tanto, una vida más intensa que la que otras personas podrán conocer jamás. Han trascendido el “mundo de los sentidos” con el fin de vivir a altos niveles la vida espiritual. Dan en consecuencia testimonio de todo lo que nuestra conciencia espiritual latente, que se muestra en el “hambre de lo Absoluto”, puede llegar a significar para nosotros si la desarrollamos, y a este respecto, tienen una importancia única para la especie. Los místicos son también los que han perfeccionado ese método de la intuición, ese conocimiento mediante la unión cuya existencia se ha visto obligada a reconocer la filosofía.

Pero, mientras el metafísico no consigue, en el mejor de los casos, más que una mirada de reojo a ese Ser “inmutable aunque elusivo”, al que tantas veces ha definido, pero nunca ha descubierto,

mientras el artista consigue una visión breve y deslumbrante de la belleza que es la Verdad,

Los místicos miran fija y confiadamente el Ser, Belleza y Verdad con los ojos del Amado.

Nuevamente, los místicos, por su propia constitución, son muy conscientes del libre y activo “Mundo del Devenir”, de la Divina Inmanencia y su trabajo”

Evelyn Underhill, (1,875-1941) Crecida en el agnosticismo. Tras una breve estancia en un convento franciscano tiene lugar su conversión. Inicialmente piensa que el catolicismo es el verdadero camino. Pero se decide por el anglicanismo que es su ambiente.

Un libro suyo: La mística. Estudio de la naturaleza y desarrollo de la conciencia espiritual,

(Trotta, Centro Internacional de estudios místicos. Madrid 2006).

Mª Rosa Bonilla Pérez

Máster en Mística y Ciencias Humana.

Universidad Católica de Ávila