No se pueden sobreponer intereses partidarios y particulares a los de la sociedad

Monseñor Leonardo Steiner

“La crisis económica y política es consecuencia de la crisis ética”

“Esperamos que la REPAM sea un organismo que resuene en el mundo entero”

Luis Miguel Modino, 17 de junio de 2017 a las 21:54 El Congreso Nacional busca incriminar al Consejo Misionero Indigenista, a la Asociación de los Antropólogos, que son entidades que trabajan con los indios y les ayudan a descubrir la necesidad de una autodefensa y de la reclamación de sus derechos

(Luis Miguel Modino, corresponsal en Brasil).- La situación socio-política por la que Brasil está pasando, y que tiene como principal consecuencia el recorte de derechos sociales de los más pobres, ha provocado una firme reacción por parte del episcopado brasileño, que en los últimos meses ha emitido una serie de notas en las que critica abiertamente las decisiones tomadas por un gobierno que nadie puede olvidar llegó al poder como consecuencia de lo que muchos han calificado de golpe de estado parlamentario.

En entrevista a Religión Digital, el Secretario General de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), Monseñor Leonardo Ulrich Steiner, analiza la situación por la que el país pasa y muestra una vez más, de forma clara, la postura del episcopado ante esta crisis ética y de valores, que ha llevado a un buen número de políticos a pensar en los intereses del mercado y no en el bien común de la sociedad brasileña.

Al mismo tiempo aborda la importancia del cuidado de la Casa Común y la Red Eclesial Pan-Amazonia (REPAM) como instrumento para hacer posible una mirada diferente sobre la Amazonia y los pueblos que la habitan.

El que fuera sucesor de
Don Pedro Casaldáliga en la Prelatura de São Felix do Araguaia, destaca la importancia de la figura del obispo claretiano, a quien, según Steiner, la Iglesia brasileña le debe mucho.

¿Cuáles son los desafíos que están enfrentando actualmente la Iglesia y el episcopado brasileño?

Nuestros desafíos hoy en día en Brasil son grandes. Nos encontramos ante una profunda crisis ética y de valores, una crisis que está afectando a la política y a la economía. La crisis económica y política es consecuencia de la crisis ética, pues la política dejó de estar al servicio de la sociedad brasileña y a un buen número de políticos sólo les interesa el mercado y no el bien de la sociedad brasileña.

Las reformas que el gobierno está imponiendo a la sociedad brasileña demuestran que lo que importa es el mercado y no las personas. Bien sea la reforma laboral, la reforma de la Previdencia o la Propuesta de Enmienda Constitucional que limitó el gasto público.

Todo eso tiene un gran impacto en la Iglesia Católica, pues muchas personas buscan la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil para discutir esa problemática sobre la crisis que estamos viviendo, que es tan seria que, de momento, no vemos una salida.

El propio Presidente está envuelto en denuncias, así como varios ministros del gobierno, ante lo que la sociedad brasileña está perpleja como consecuencia de lo que se oye y se ve. Como obispos hemos emitido algunas notas y buscado diálogo para poder aportar nuestra colaboración y buscar una salida para Brasil.

A partir de esas notas que los obispos de Brasil han emitido recientemente, ¿podríamos decir que el episcopado brasileño se ha convertido en el principal organismo para defender a los pobres en Brasil?

Nuestra Conferencia Episcopal, la CNBB, siempre ha tenido esa preocupación. Si miramos al pasado y leemos las notas, siempre hubo esa preocupación. Puede ser que hoy la Conferencia aparezca un poco más, delante de la situación económica, social y política que estamos viviendo, pues nosotros no hemos dejado de emitir notas, buscar el diálogo y hacer propuestas, lo que, por otra parte, es nuestra obligación en nombre del Evangelio.

Lo que tal vez no hayamos hecho, y tengamos que profundizar todavía más, es en la cuestión de la justicia, de la ética, sobre cómo trabajar en la sociedad brasileña la cuestión de la ética. No se pueden sobreponer los intereses partidarios y particulares a los intereses de la sociedad.

En ese sentido, nuestra Conferencia Episcopal ha insistido y defendido lo que es público, la necesidad de un respeto mucho mayor en relación a las cuestiones de los pobres, de los pueblos indígenas, pues lo que se está haciendo en relación a los pueblos indígenas, a las comunidades de descendientes de esclavos, es algo que no se puede admitir.

En el propio Congreso Nacional se busca incriminar al Consejo Misionero Indigenista, a la Asociación de los Antropólogos, que son entidades que trabajan con los indios y les ayudan a descubrir la necesidad de una autodefensa y de la reclamación de sus propios derechos.

Usted muestra en sus palabras el deseo de la Conferencia Episcopal de entablar un diálogo con el gobierno y con la propia sociedad. ¿Existe por parte del gobierno esa voluntad de diálogo?

El gobierno busca a la Conferencia Episcopal, pero lo hace con soluciones ya listas. No desea que la Conferencia Episcopal critique la Reforma de la Previdencia o la Reforma Laboral, quiere convencer a la Conferencia Episcopal que esas reformas son necesarias y útiles.

Nosotros tenemos nuestra posición, nuestra visión, pues buscamos personas y grupos que nos ayuden a analizar y reflexionar sobre la situación. En ese sentido el Gobierno busca a la Conferencia Episcopal, y nosotros también le hemos buscado, nos hemos reunido con el Presidente de la República y con el Presidente del Congreso Federal, mostrando nuestras preocupaciones y todas las cuestiones que afectan especialmente a los más pobres.

Esa actitud de no bajar la cabeza ante las presiones del Gobierno, ¿deja ver que el episcopado brasileño promueve una actitud profética delante de la realidad actual?

La realidad va mostrando los caminos que la Conferencia Episcopal debe seguir. Es la realidad a la luz del Evangelio, de la Palabra de Dios, que nos va diciendo lo que hacer. Nosotros como obispos, estamos implicados completamente con las comunidades, con la gente. Los obispos no pueden dejar de lado a las personas, pues sería traicionar su pastoreo, son pastores que saben las dificultades y problemas, lo que les ha llevado a tomar posturas muy concretas. Si se quiere, se puede decir que eso es profecía.

La profecía siempre tiene que ver con la vuelta a los orígenes, a la dignidad, al Pueblo de Dios, al Reino de Dios. Tal vez, en ese sentido, nosotros hemos dado una pequeña colaboración. Siento que los obispos tienen realmente preocupación con la defensa de las personas y de los pobres, que son sus fieles, es la gente que compone la diócesis, la Iglesia particular.

Esa defensa de los pobres siempre ha estado muy presente en la vida de Don Pedro Casaldáliga, de quien usted fue sucesor en la Prelatura de São Felix do Araguaia. ¿Qué significa en su vida la figura de Don Pedro Casaldáliga?

Don Pedro Casaldáliga es una persona extraordinaria, un hombre profundamente coherente con el Evangelio, de intensa oración, un hombre de la Palabra de Dios, del pueblo. Don Pedro se hizo presente donde había dificultades, problemas, donde las personas estaban siendo injusticiadas. En ese sentido, él no tuvo recelo en dar la vida por los más pobres.

Un hombre profundamente consecuente, sin nada, que nunca tuvo ambición, que vive extremamente pobre, pero que tiene una riqueza evangélica y un pastoreo extraordinario. Alguien que supo entender la cuestión de los indígenas, de la tierra, por lo que ayudó a crear la CPT, Comisión Pastoral de la Tierra, por sus siglas en portugués, y el CIMI, Consejo Indigenista Misionero, por sus siglas en portugués, alguien extraordinario y a quien la Iglesia de Brasil le debe mucho.

Otro de los aspectos que la Iglesia de Brasil está insistiendo mucho es en la reflexión sobre el medio ambiente y el cuidado de la Casa Común, ¿cuál es la importancia de esos debates para la vida de la Iglesia?

Como Iglesia hemos creado una sensibilidad cada vez mayor en relación al medio ambiente, como alguien que participa, que pertenece a la Casa Común. A través de la Campaña de la Fraternidad de este año, y no es la primera vez, hemos abordado la cuestión del medio ambiente, pues es necesario que cuidemos de la Casa Común.

Como cristianos, como católicos, debemos ser activos en ese cuidado, pues eso ayuda a percibir la grandeza de la obra creada, así como nos hace ver nuestra responsabilidad sobre la Casa Común, sobre las criaturas, sobre una profundidad de relación, expresada por San Francisco de Asís cuando llama a todos hermano y hermana.

Si la Campaña de la Fraternidad y la Laudato Si nos despertasen para ese cuidado común, habremos despertado para la grandeza. Por eso, la Campaña de la Fraternidad ha acentuado la belleza de la Creación, para que abramos los ojos y percibamos que es algo extraordinario, de lo que debemos cuidar, pues nosotros también formamos parte del medio ambiente.

No fue por acaso que el Santo Padre escogió Laudato Si como título de su encíclica, que es el canto que San Francisco de Asís hizo para recordar toda la obra creada. Quien sabe si un día no vamos a llegar a hacer esa alabanza y agradecer a Dios por esa obra creada.

En este contexto, ¿cuál es la importancia de la REPAM, Red Eclesial Pan-Amazónica, para la Iglesia de la Amazonia, para la Iglesia de Brasil, para la Iglesia del mundo?

Desde hace tiempo estamos reflexionando en la Iglesia de Brasil sobre la Amazonia, ya habíamos hecho un encuentro con obispos de toda la Pan-Amazonia, pero no habíamos conseguido llegar a crear un organismo que nos uniese.

Con la creación de la REPAM como una red extendemos ese cuidado para la Pan-Amazonia. Es interesante que cuando nos encontramos, obispos, padres, laicos, religiosos y religiosas, entidades que cuidan del medio ambiente, descubrimos que cada uno ya estaba intentando hacer alguna cosa. Pero crear una red es dar voz, crear más dinámica, colocar a disposición de toda la humanidad un servicio.

La Red no es sólo importante para Brasil, sino para la Amazonia, inclusive para toda América Latina. Ahora tenemos un organismo que puede ser portavoz de la Pan-Amazonia. Esperamos que la REPAM sea un organismo que resuene en el mundo entero, que poco a poco tenga autoridad para hablar sobre la Pan-Amazonia, para defenderla, mostrar su belleza y la necesidad de preservarla.

¿Cuidar de los pueblos de la Amazonia tiene que llevarnos a provocar transformaciones?

Eso es algo que está claro, pues si no cuidamos de la persona humana, no cuidaremos del medio ambiente. Pero existe una cuestión importante, como es una cultura propia, un modo propio de comprensión y relación con la naturaleza.

Los pueblos indígenas y los ribereños tienen un modo propio de relación y de cuidado, sabiendo que cuidar de eso es cuidar de la obra creada. Es necesario crear respeto hacia esas personas, no dejar que desaparezcan de entre nosotros esos modos tan significativos de relación con la naturaleza.

En Brasil se vive un momento de criminalización de esos pueblos, como por ejemplo con la Comisión Parlamentaria de Investigación de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI), en la que ha sido implicado el Presidente del Consejo Indigenista Misionero (CIMI), Monseñor Roque Paloschi. ¿Cómo ve usted, a la luz del Evangelio y de la persona de Jesucristo, esa situación?

En primer lugar, hay que señalar que si existió la Comisión de Investigación Parlamentaria es porque existen diversos organismos al servicio de esos pueblos. De lo contrario, el agronegocio no habría creado esa comisión de investigación. Quisieron poner contra la pared a quienes intentan acompañar y se ponen al servicio de los pueblos indígenas, ayudándolos a organizarse y tomar cada vez mayor conciencia de su identidad y de su propia cultura, lo que les ha hecho presentar una serie de exigencias a la sociedad brasileña, mostrando la necesidad de cuidar de la tierra, que para ellos es su casa.

Todo eso ha provocado reacciones negativas de mucha gente, pues ellos empiezan a hablar y exigir sus derechos. Como Iglesia tenemos que servir de apoyo a los pueblos indígenas, pues esas culturas no pueden desaparecer.

Por eso, quiero resaltar otro elemento del que no se habla, que son los pequeños grupos que todavía no tienen contacto con nuestra sociedad. Si cuidamos del medio ambiente y ellos tienen su espacio, esos pueblos tendrán futuro, de lo contrario no lo tendrán. Nuestro trabajo, nuestro servicio como Iglesia, es realmente muy importante