Domingo 12º del Tiempo Ordinario – Ciclo A

Mateo 10,26-33:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.»

PALABRA DE DIOS

No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea.

En Mt y Lc, sobre todo en ellos, se encuentran los más antiguos dichos de Jesús. Al parecer se han sacado de un escrito más antiguo que los evangelios. El estilo, el vocabulario y otras circunstancias nos permiten concluir en la existencia de un documento galileo que, por ahora, no ha sido encontrado: El célebre Documento Q.

Lo recordamos ahora al comenzar la lectura dominical con Mt, Y a través de estos evangelios vamos a ir metiéndonos en el pensamiento de Jesús.

No tengáis miedo a la opinión hombres. La verdad de todo y todos se sabrá, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse. Quizá haya santos que están podridos y podridos que son santos.

Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea.

Importantísimo pensar que Jesús no quería nada del ocultismo. No solo la masonería, también han proliferado en la iglesia movimientos ocultistas bajo la apariencia de reglas y santidades.

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo.

Que vuestra vida se desarrolle ante Dios, y no ante la opinión de los demás.

Destruir con el fuego, como se quema la basura amontonada a las afueras de las ciudades.

Si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.

Desde entonces, hubo muchos que murieron por no negar a Jesús.

Luis Alemán Mur