Ascensión del Señor.

Mateo 28,16-20:

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

Palabra del Señor

Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado

La ida inmediata a Galilea después de la crucifixión y resurrección parece el dato más histórico: “Resucitó, no está aquí…Pero id, decid a sus discípulos y a Pedro: Él va delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis como os dijo” Mc 16,6. Galilea es el centro de la “actividad” del resucitado, y es el núcleo histórico y geográfico de las primeras experiencias pascuales de los discípulos que fundan el movimiento cristiano. Galilea es la tierra en la que había anunciado el reino del Padre, la tierra en la que se lo jugó todo. A Jerusalén fue a firmar con su sangre lo que había dicho. Cuando todo quedó iluminado volvió a Galilea para despedirse. Galilea es nuestra sede. A pesar de que algunas tradiciones recogidas por Lucas se empeñaran en centralizar todo en Jerusalén como capital de la nueva religión.

 

Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado

“Al verlo, algunos vacilaban”. Y otros seguimos vacilando, Señor.

Es verdad que algunos seguimos vacilando. Pero no es menos verdad que miles de hermanos y hermanas siguen dando sus vidas y su sangre por ese mismo Señor que dijo adiós a los hombres.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo

Es verdad que ni en Galilea, ni en Jerusalén se fiaron del todo. En la historia, Jesús fue siempre y será un motivo de contradicción. No fue un filósofo ni un teólogo. No escribió nada, salvo aquello que escribió en la arena como para defender a la adultera, y que se lo llevaría el viento. Seguimos dudando de Jesús. Pero es el centro de nuestra fe y esperanza: Él ya nos espera con el Padre. ¡Allí nos veremos!

 

Luis Alemán Mur