Salmo LXXI

R/. Que en sus días florezca la justicia,
y la paz abunde eternamente

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R/.

 

Dios mío, confía tu juicio al rey,  tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia,  a tus humildes con rectitud.

Una oración que el creyente no debería olvidar nunca. Haya monarquía, republica, siempre habrá alguien que gobierna y oriente el camino.
¡Que Dios lo ayude!
No basta solo con criticar y protestar. Hay que orar.
A los ancianos solo nos queda orar. No somos monjas ni monjes. Somos ciudadanos orantes.

Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector.

No solo Dios debe cuidar del pobre y afligido. Es cuestión propia de gobernantes.

Luis Alemán Mur