La eucaristía cristiana es anterior a los 4 Evangelios

S. Pablo escribía a los Corintios, antes de que se escribiera ningún evangelio,

1Cor 10:16
“Esa «copa de la bendición» que bendecimos, ¿no significa solidaridad con la sangre del Mesías? Ese pan que partimos, ¿no significa solidaridad con el cuerpo del Mesías?

Como hay un solo pan, aun siendo muchos formamos un solo cuerpo, pues todos y cada uno participamos de ese único pan”.

 “Porque, en primer lugar, oigo decir que cuando os reunís en asamblea formáis bandos; y en parte lo creo, porque es necesario que entre vosotros haya divisiones, para que quede patente quiénes de vosotros superan esa prueba.

Además, cuando tenéis una reunión, os resulta imposible comer la cena del Señor, pues cada uno se adelanta a comerse su propia cena, y mientras uno pasa hambre, el otro está borracho. ¿Será que no tenéis casas para comer y beber?, o ¿es que tenéis en poco a la asamblea de Dios y queréis abochornar a los que no tienen? ¿Qué queréis que os diga?, ¿que os felicite? Por esto no os felicito”.

“Porque lo mismo que yo recibí y que venía del Señor os lo transmití a vosotros: que el Señor Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan, dio gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced lo mismo en memoria mía».”

“Y de hecho, cada vez que coméis de ese pan y bebéis de esa copa, proclamáis la muerte del Señor, hasta que él vuelva”.

Inicialmente la eucaristía cristiana se celebra siguiendo la estructura de la oración judía, tanto en su ritual como en su diseño presidencial. En un segundo paso se incorporará la práctica de las sinagogas de leer las escrituras

Estructura judía de la oración. La misma para las oraciones privadas como para la oración en asamblea:

Bendito sea Yahvé
que nos ha sacado de las manos de los egipcios
y de las del Faraón,
que ha librado al
Pueblo de la esclavitud egipcia 

1.- Aclamación: Bendito sea Yahvé.

2.-Título: Dios de Abraham. Dios de Israel. etc.

3.-“Anamnesis” (palabra griega) que significa:

a.-Traer al presente los recuerdos del pasado.

b.-Análisis clínico de los antecedentes patológicos del enfermo.

Recordar lo que Dios ha hecho a favor del hombre, en favor del pueblo.

Así se bendice a Yahvé tanto en oraciones privadas como en las asambleas. Es una explícita profesión de fe en Dios: un Dios manifestado y descubierto en la historia. Asentado este fundamento, se añade la

4.“Epiclesis”, oración para que continúe su presencia y su actuación. Se pide que siga presente su Espíritu en la historia:

1 Re. 8,25

“Y ahora, Dios de Israel,
Cumple a tu siervo David, mi padre
la promesa que tú le has hecho. 

Nehemías 9, 32

Y ahora, Oh Dios nuestro,
Tú el Dios grande, poderoso, y temible
que mantienes la alianza y la bondad,
no cuente para nada todo este abatimiento. 

Después de la aclamación, y del recuerdo de la historia cuyo sentido es incomprensible sin Dios, el final con la súplica para que siga actuando así:

“Los levitas dirán: Levantaos, bendecid a Yahvé nuestro Dios” Ne 9, 5 
“Todo el pueblo responde, las manos en alto:
Amén,
amén“.

 Dimensión histórica

Nuestra eucaristía hereda del Antiguo Testamento la dimensión histórica de la fe. Una fe que nace, y está empapada, de historia. Nuestra fe es una interpretación creyente de la historia. Es un recuerdo (anamnesis) de la presencia de Dios en la Creación y en la Historia. Y un ruego de que siga con nosotros (epiclesis)

Esas misas solitarias, místicas, desde un estado contemplativo-metahistórico, serán una eucaristía de ángeles, o un acto de piadosos paganos, pero no una eucaristía cristiana de una comunidad que camina en medio del hambre, del barro, a través de una historia difícil e incierta hacia la casa del Padre. La eucaristía cristiana no es sólo, ni sobre todo, alabanza y adoración a Dios (eso lo hacen incluso los paganos). Es una celebración de la noticia buena: el euangelium, que nos descubre al Padre y al hermano, el gozo de la convivencia, y una pedagogía para compartir con todos, la vida de Jesús con el pan y el vino.

En el centro de esa evocación histórica se recuerda a Jesús. Lo que dijo e hizo durante su vida y la noche antes de morir. Finalmente: en Él, por Él, con Él damos gracias al Padre.

La asamblea, puesta en pie dice: Amén, amén

Ese es el núcleo, el canon, la anáfora.

Añadidos hasta el aburrimiento.

A este esquema tan simple, tan limpio se suma, con el paso del tiempo, el barroquismo de la piedad que añade flecos con el instinto pagano de amarrar más al Altísimo y aseguramos la “salvación”

Aparecen “el yo pecador” el gloria, el credo de Nicea y Calcedonia, las oraciones por el Papa y por el Obispo, y por las vocaciones, por los muertos y por los vivos. Se multiplican las mini bendiciones, oraciones, responsorios etc.

Cuando yo era niño, ya hace mucho tiempo, en posguerra, en casa se rezaba el rosario. Al final, mi madre añadía una serie de padrenuestros y la novena correspondiente. Todo por alguna buena causa. El rosario se hacía cada vez más largo e incongruente.

Algo así ha ocurrido con la eucaristía. Ya lo iremos comprobando.

Luis Alemán Mur