La vejez como fuente de humildad y bondad

No. Yo no creo que la vejez sea un título académico. Ni una fuente del saber. Puede que ni el libro de los Proverbios ni el libro de la Sabiduría sean referencias dogmáticas para animar a los viejos.

Entre otras razones porque la variedad y calidad de los viejos forman una especie poco estudiada. El recurso al viejo para sacar de la vejez agua limpia y sin contaminación es una especie de creencia sin comprobación. Viejos hay de muchos colores, de muchas historias, de muchos caminos. Respeto al viejo, pero no creo en la vejez. No me infunde seguridad por el hecho de viejos.

El anciano que me inspira más piedad es el gruñón. Cercano al amargado. Cercano al indignado por haber vivido. Quizá no amó. Quizá nadie le amó porque siempre fue egoísta. Quizá no haya mayor amargura que haber vivido sin saber qué es amar o ser amado. En esos casos, mejor hubiera sido no haber nacido. Y en esos casos, es comprensible el gruñido, la indignación, la amargura y el balcón del quinto piso. El vacío de una vida sin amor debe ser parecido a eso que dicen en el catecismo cuando hablan de no sé qué infierno. Ese anciano necesita cariño, calor humano. Nunca será tarde para descubrir que el amor existe, y que es posible. Pero dura lección la del anciano que tenga que aprender a su edad.

El anciano que no es gruñón, pero está vacío. ¿Qué pensará cuando mira a las nubes? ¿Qué piensa cuando oye el griterío de los niños al salir del colegio? ¿Se entera de algo cuando lee la prensa? ¿Qué piensa o en quién piensa cuando se levanta o cuando se acuesta? Flota en la vida como una piedra pómez. ¿Está vacío porqué nació así? o ¿se asustó cuando empezó a vivir? Comprendo al anciano que huyó antes de llegar a viejo.

El anciano que fue sabio y ahora cae en la cuenta de que o no era tan sabio o no le sirve de nada su sabiduría. Me inspira lástima ese viejo. Ha vivido en un bosque sin frutos. ¿Cómo es posible vivir de sabio sin saber que no lo era? Si se le cae una de sus verdades se le podría caer su castillo de naipes. Incluso puede que se quede sin amigos por ser sabio. Amó el saber. Pero la sabiduría le alejó de los hombres. Pienso que la humildad y la bondad estén reservadas a la vejez. La sabiduría vendrá después, si es que llega.

Hay una ancianidad que duele. Creo que pueblan monasterios. Vivieron para Dios y con Dios. Pero al pasar los años, la soledad les pasa factura. La soledad viene con frío. Resulta que además de Dios, hay hueco para un hijo, o un amigo, o una mujer. Resulta que Dios y los hombres no se estorban, no suele enseñarse esta verdad. A Dios lo trae la fe. La mano o la sonrisa vienen de una compañera o un amigo. La vejez es ese estado en el que Dios es más imprescindible y el calor humano llena más que la sabiduría.

Gracias, Señor porque te siento cerca junto a quien me ama.

Luis Alemán Mur
31 de mayo 2016