El papa Francisco, en la homilía de la Misa que ha celebrado hoy, 19 de Mayo, en la Casa de Santa Marta, ha dicho: “Los que se enriquecen explotando a la gente son como sanguijuelas”. Y el mismo papa ha añadido: eso “es pecado mortal”. Según el Obispo de Roma, “chupasangre” son “los ricos que explotan el trabajo de la gente…, que se vuelve esclava”. Son los que pagan “en negro”, con jornales de miseria, sin seguridad laboral, sanitaria, y horarios de abuso…. Eso es “una verdadera esclavitud”.

    Pues bien, si el papa afirma que es pecado mortal enriquecerse haciendo eso con la pobre gente indefensa, inevitablemente a cualquiera se le ocurre la pregunta: ¿Y no es igualmente pecado mortal votar, para que nos gobiernen, los que ya han dado pruebas suficientes y hasta sobradas de que son unos “chupasangre”? Teniendo en cuenta que, cuando se deposita el voto en la urna electoral, para que gobierne en un país
un “chupasangre”, con nuestro voto afirmamos que, no solamente estamos de acuerdo con la desigualdad social y la inseguridad jurídica que es pecado, sino que además queremos que esa conducta no sea delito.

    Ahora bien, si todo esto es como acabo de indicar, la consecuencia que se sigue es sencillamente aterradora. Porque, en definitiva, lo que hacemos el día que votamos – si es que efectivamente votamos a los “chupasangre” – lo que realmente hacemos ese día es afirmar: 1º) Que nos importa un bledo que la gente sea feliz o desgraciada. 2º) Que todo eso de Dios y del pecado, nos importa menos todavía. 3º) Que, además y sobre todo, queremos que sea legal y esté perfectamente permitida la “esclavitud” moderna, que enriquece a unos pocos a costa del sufrimiento y la humillación de la inmensa mayoría de la población.

    Nadie puede tener seguridad de si los que nos van a gobernar serán gente honrada o serán gente “chupasangre”. Pero ya podemos tener suficiente seguridad (lo han demostrado con hechos sobradamente conocidos) de quiénes son los que se acercan al proyecto de los “chupasangre”; y quiénes son los que dan suficientes y probadas garantías de que nos van a llevar por un camino más digno y más seguro.