Salmo CIII,

R/. Envía tu Espíritu, Señor,
y repuebla la faz de la tierra

Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas

Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor

Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo;

En el fondo de toda fe, en el fondo de toda evolución humana, sopla el aliento de Dios

Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra

Esta es la oración de cualquier creyente.

Luis Alemán Mur