EL KERYGMA DE GALILEA

Ando estos días leyendo lo que hay alrededor del llamado documento Q. En síntesis, este escrito Q cobra vida al descubrirse que dentro de Lucas y de Mateos existen unos 230 versículos iguales por su estilo y teología, y que provienen de un evangelio escrito en Galilea más cercano en el tiempo a Jesús que los evangelios conocidos como canónicos.

Detrás de esta aportación galilea se descubre un Jesús propio de Galilea. Galilea fue siempre una región geográfica, social y afectivamente alejada de la Capital. Poblada por asentamientos judíos tradicionalistas de corte fariseo. Jesús nació y desarrolló su misión en Galilea y cercanías. De Galilea eran su familia y sus amigos. Por mucho que creamos que triunfó en Galilea, la realidad es que no consiguió el levantamiento del pueblo con su anuncio del reino. Y al constatar que no cuajaba su misión, fue a Jerusalén, centro de la nación, a jugarse el todo por el todo. Y en Jerusalén lo crucificaron como a tantos profetas. Jerusalén tenía la especialidad de eliminar profetas. Desde Galilea se vio lo ocurrido como lógico. ¡Era de esperar! En Galilea se vivió la muerte y resurrección de manera distinta a la narrada en los evangelios.

Resucitado Jesús se multiplicó las narraciones y las incertidumbres teológicas. Florecían las fantasías. Y no solo aparecían los escritos diferentes sino las iglesias diferentes. Lo ocurrido fue de una carga histórica, emocional y teológica tal que era lógica la enorme riqueza vital que provocó un cristianismo naciente. En Jerusalén se centró la “ortodoxia” judía-cristiana. En Jerusalén a la sombra del Templo se organiza también con naturalidad el primer Vaticano católico. Allí, al Templo subían, como siempre a orar todos los días, los primeros “cardenales” alrededor de Santiago el hermano de Jesús. Lucas manifiesta en sus Hechos la necesidad de unificar en una gran Iglesia todas las teologías y todos los ritos. La dispersión sin control sería un peligro. A Jerusalén son llamados los hermanos principales de Antioquía. Allí es llamado el inquietante Saulo: la carne de los sacrificios, la circuncisión, ley de Moisés etc.

En Jerusalén va cuajando un cristianismo judío–cristiano, con la pretensión de condicionar a los cristianos-gentiles. Pablo misiona Asia menor mirando siempre a Jerusalén. Pero con su enorme personalidad, y su mayor cultura siembra en el cristianismo de segunda generación su kerygma o visión de Cristo. Según esta visión, el fundamento de la existencia cristiana era la fe en la muerte y resurrección de Jesús, entendidos como acontecimientos salvíficos “por nuestros pecados”. El kerigma de la muerte y resurrección tiene probablemente su origen en los primeros grupos cristianos de Jerusalén y Antioquia. Fue tal la importancia que tuvo en la vivencia de estas comunidades y del cristianismo paulino que sustituyó al kerigma de la llegada del Reino anunciado por Jesús. (Santiago Guijarro)

En Galilea se vive una teología distinta, aunque no contraria, a la imagen que Pablo y la comunidad de Jerusalén y Antioquía pretenden elaborar y controlar. En Galilea (Documento Q), Jesús anuncia, y explica el reino de Dios. Primero pensando en su pueblo, los judíos, pero pronto, iluminado por el Espíritu, es el reino de todos los hombres. La visión del documento Q no está centrado en la muerte y resurrección de Jesús sino en su venida como Hijo del Hombre. Esta comunidad Galilea no veía en la muerte y resurrección de Jesús el cumplimiento de su anuncio sobre la llegada del Reino sino que esperaba que dicho anuncio se cumpliera con su segunda venida, momento en que tendría lugar el juicio de Dios sobre esta generación.

Por tanto, Jerusalén (Pablo) y Galilea (Documento Q) tienen un kerygma diferente que se sustenta en una teología diferente.

Luis Alemán Mur