Salmo XC,

R/. Está conmigo, Señor, en la tribulación

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti.» R/.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos. R/.

Te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones. R/.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré.» R/.

 

Tú que habitas al amparo del Altísimo

En mi ancianidad, descubro que viví todo el tiempo bajo el amparo de Dios.

Siempre me tuve por un desgraciado. Y no sin motivos. Busqué tu presencia, pero no creí en ella.

Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra;

Hace tiempo que los ángeles me olían a cuento. Ahora llego a pensar que la tierra está llena de ángeles y que a veces me sostuvieron con sus alas para que no diera un trompazo.

Lo protegeré porque conoce mi nombre

Toda mi historia ha sido una protección tuya. Mi vida, por dentro era como una oscuridad. Yo repetía tu nombre: “Padre nuestro, Padre nuestro”. ¿Es ese tu nombre?

 

Luis Alemán Mur