“El pueblo de Dios no teme al error, teme al encierro, a las élites, a las propias seguridades”
Francisco

El papa Francisco es muy duro contra los que practican la pederastia y contra los que la ocultan. En Estados Unidos les dijo a los obispos reunidos que eso no se puede soportar. Menos mal que ¡por fin! Un Papa tiene la valentía de no callarse ante el pus oculto.

Sin embargo, hace tiempo que se echa en falta un reconocimiento claro y rotundo de que esta infección podrida viene en parte promovida por la Jerarquía eclesiástica de Roma por los errores de una teología moral en toda la cuestión sexual de hombres y mujeres. Hoy, ya muy viejo y a las puertas de la muerte, releo una especie de autobiografía de mi juventud y mis años de formación como jesuita y puedo afirmar que lo que más me destrozó en aquellos años fue el cristianismo sexual que lo dominó todo.

La Santa y Virgen Iglesia Romana ha lanzado al mundo masas de curas, obispos y monjas bajo cuyos hábitos o sotanas arrastran y esconden deformaciones teológicas, morales, psíquicas. Hombres y monjas portadores de deformaciones o mentiras.

Ahora, nuevamente, salen a la luz que las mismas oficinas del Vaticano han estado siempre empapadas del semen de mentiras mientras se presentan al pueblo de Dios con supuestas virginidades.

Más que confesores y padres espirituales, las juventudes cristianas han necesitado y necesitan psicólogos y conocedores de las escrituras. La escatología estudiada, escrita y predicada ha castrado el evangelio. Infierno, purgatorio, pecado, confesionario se convirtieron en los ejes sobre los que ha girado toda la vida de fe. ¡Padre Francisco!: ¿Es esta también su teología?

Papa Francisco, ¿se arregla esta teología con más confesionarios? Los tullidos que la Iglesia ha dejado en las cunetas de la fe por sus catecismos, ¿los levantamos con simple perdón y misericordia? ¿La iglesia tiene que ofrecerles el perdón o pedirles perdón? No solo hay que pedir perdón a las víctimas de la pederastia, también a los tullidos por la teología pobretona y enfermiza.

Es emocionante verle a Vd. volcado en el mundo de los inmigrantes, instalando en los bajos del Vaticano duchas y retretes para los pobres. Falta hacían estos “signos” a la iglesia de Jesús. Pero yo le ruego que entre y examine en los alrededores de las parroquias y en los conventos donde paralíticos y paraliticas esperan a un ángel que los lleve a la piscina.

La iglesia católica, como otras religiones, ha hecho mucho bien a los hombres. Pero también ha hecho mucho daño a muchos hombres. Y eso por predicar doctrinas malignas por ignorancia o pereza, al actuar como si sus misioneros fueran la palabra de Dios.

Con frecuencia se ha comprobado que vivir con cierta lejanía de religiones es más sano para el alma y para el cuerpo. No siempre la piedad religiosa es beneficiosa para el desarrollo humano. Hay religiosidad que mata.

Luis Alemán Mur