Salmo CXXII
R/. Nuestros ojos están en el Señor,
esperando su misericordia
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores.
Como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia
El oficio de profeta, o el salmista vive de la fe en Yahvé. La fe mira el Universo, el ayer, hoy y el mañana a través de Yahvé. Sus ojos están en el Señor. Y el Señor no es que tenga misericordia. Es misericordia.
A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo.
El Señor no habita en el Cielo. El Señor es el cielo
Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios
El pequeño pueblo judío vivió casi siempre oprimido por grandes potencias. Pero el judío le echó de ordinario la culpa sólo a los demás. Los judíos y nosotros deberíamos reconocer que los desprecios ajenos los hemos merecido.
Luis Alemán Mur