Salmo XCVI

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón»

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/.

 

“Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón»

Por lo visto, para escuchar la voz del Señor no hace falta un audífono sino ablandar la dureza del corazón.

“como el día de Masá en el desierto”

La vida es con frecuencia como un desierto. Siempre caminamos con sed. Y nos volvemos a Dios con un montón de protestas. Hartos de promesas. Pero queremos un jarro de agua fresca.

Luis Alemán Mur