La mística y Sta. Teresa

Al hablar de la mística en Santa Teresa lo primero que se nos viene a la mente es la imagen de la transverberación de Bernini. Pero esa no es la realidad de Teresa, su mística no se reduce a los fenómenos místicos, una y otra vez repite que en eso no consiste su experiencia. Estos fenómenos pueden o no suceder, eso no es lo que fundamenta la mística, ante todo es una experiencia de encuentro con Dios, saber quiénes somos y quien habita en nuestro interior: “no estamos huecas”, por ahí se comienza el camino que ella recorrió.

La mística, tal como la entiende Teresa, es una experiencia que se da en un contexto religioso, es vivencial, inefable e inmediata; pero ante todo es don, siempre gratuito, no se puede procurar. Y resalto la palabra experiencia porque creo que es la clave.

Además produce siempre un efecto constatable: la total liberación y transformación. Es un encuentro con la realidad divina presente en toda persona, empuja a salir de sí mismo hacia el encuentro de Aquel de quien somos imagen y la podemos reconocer por sus “efectos”: la paz y armonía que genera un sentido profundo de unidad y de vida que lleva a una visión de la realidad diferente, todo se ve desde la mirada de Dios. esta nueva mirada abre al amor y la entrega en el servicio, llena de optimismo vital porque hace vivir desde la esperanza, alegres y se vive desde la fe que genera la confianza. Redimensiona la vida, teniendo conciencia en cada momento de lo que somos y hacemos.

Dios se convierte en el centro de la propia vida, Cristo es el eje focalizador de esta experiencia de encuentro personal. La fuerza de esta experiencia nos descentra y lleva a un cambio radical de vida, haciendo que salgamos de nuestro ego. Esta experiencia hará de nuestra vida un ejercicio continuo de encuentro con Dios en cada hermano y en cada circunstancia de nuestra vida. Porque el ámbito natural de la mística debe ser nuestra vida cotidiana.

Para entender a Teresa hace falta mucha fe, porque no se puede quitar a Dios de su lenguaje.

Teresa no fue mística en unos momentos puntuales de su vida, sino que toda su vida fue mística. Para vivir necesitaba a Dios. El abrigar grandes deseos abriga grandes determinaciones.

Textos para la lectura:

Andar como pollo trabado

Vida 39, 12: “Para esto querría yo se nos acordase de los muchos años a los que tenemos de oración, y no para fatigar a los que en poco tiempo van adelante, con hacerlos tornar atrás para que anden a nuestro paso; y a los que vuelan como águilas con las mercedes que les hace Dios quererlos hacer andar como pollo trabado, sino que pongamos los ojos en Su Majestad, y si los viéremos con humildad darles la rienda, que el Señor que los hace tantas mercedes no los dejará despeñar. Fíanse ellos mismos de Dios, que esto les aprovechará la verdad que conocen de la fe… sin experiencia se pueden mal entender,”

Vida nueva

Vida 9,1 y 23,1: “Entrando un día en oración vi una imagen que habían traído allí a guardar… Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros.— y arrojéme cabe El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle”. “Es otro libro nuevo de aquí adelante, digo otra vida nueva. La de hasta aquí era mía. La que he vivido desde que comencé a declarar estas cosas de oración, es que vivía Dios en mí, a lo que me parecía. Porque entiendo yo era imposible salir en tan poco tiempo de tan malas costumbre y obras. Se el Señor alabado, que me libró de mí.”

Niño que mama

Camino 31, 9: “Está el alma como un niño que aún mama cuando está a los pechos de su madre, y ella, sin que él paladee, échale la leche en la boca por regalarle. Así es acá, que sin trabajo del entendimiento está amando la voluntad, y quiere el Señor que sin pensarlo, entienda que está con El y que sólo trague la leche que Su Majestad le pone en la boca y goce de aquella suavidad, que conozca le está el Señor haciendo aquella merced y se goce de gozarla…”

Mª Rosa Bonilla