Javier Lozano (Libertad digital)

“Una condición general de base es ésta: hablar claro. Que nadie diga: ‘Esto no se puede decir; pensarán de mí así o así…’Hay que decir todo lo que se siente con parresia”. Así se manifestaba el papa Francisco en el inicio de un Sínodo de la Familia que se preveía caliente y polémico. Las previsiones se han quedado cortas y, tras pasar el ecuador de este encuentro de la Iglesia, en el que se debía responder a los desafíos de la familia en el mundo de hoy, lo que ha quedado patente es una profunda división en el seno de la Iglesia.

La fractura se muestra no en la disparidad de opiniones durante las reuniones del Sínodo, algo normal en un foro de estas características, sino en las distintas intervenciones en los medios de los cardenales y obispos en los que se lanzan reproches mutuos, se dan por hecho puntos nada claros sobre la doctrina y en los que se pide al Papa también que ponga orden y que, sobre todo, se manifieste para no confundir a los católicos de todo el mundo.

Definitivamente la polémica terminó de estallar tras la publicación de la Relatio donde se recogía lo realizado hasta el momento en el Sínodo. Tras dar carta de naturaleza a lo que en ella aparece, tanto en iglesias de todo el mundo como en medios de comunicación, se da por hecho que habrá cambios sustanciales en la doctrina de la iglesia que afecta a la familia como el divorcio, la comunión de los divorciados vueltos a casar, las parejas de hecho o las uniones homosexuales. Por este motivo, varios cardenales y obispos han saltado rápidamente defendiendo la enseñanza actual mientras que en el bando contrario se han posicionado los sectores que llevan años defendiendo grandes cambios en la Iglesia. Mientras tanto, la confusión se ha instaurado durante estos días en los católicos, que no saben qué está pasando en el Sínodo ni intuyen hacia donde navega la barca de Pedro.

Ante esta confusión generalizada el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede se ha visto obligado este martes ha emitir un comunicado para intentar arrojar algo de luz tras las reacciones y discusiones producidas entre los propios participantes del Sínodo y otras importantes personalidades de la Iglesia. Así dicen que se “reitera que dicho texto (la Relatio) es un documento de trabajo, que resume intervenciones y el debate de la primera semana”.

El nuevo papel protagonista del cardenal Kasper

En este momento se vislumbran dos bandos claros. El primero es el liderado por el cardenal alemán Walter Kasper, un eminente teólogo calificado de progresista y cuyas tesis han estado siempre alejadas en gran medida de las defendidas durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Cuando parecía que sus mejores días habían pasado su nombre volvió a la primera línea durante el primer Ángelus tras la elección de Francisco cuando el nuevo Papa elogiaba públicamente su libro ante los miles de periodistas. Poco después el propio Pontífice lo elegía para dar inicio al consistorio extraordinario sobre la familia. Era febrero y allí soltó la bomba pidiendo que los divorciados vueltos a casar pudieran comulgar.

Desde ese momento, Kasper ha ocupado un lugar primordial y ha asegurado en una reciente entrevista que
algunos cardenales temen que haya un efecto dominó y que, si se cambia un punto, todo colapse.”

La batalla estaba servida y rápidamente fue contestado por numerosos cardenales, encabezados por el prefecto de la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, que ha publicado durante los últimos meses hasta dos libros refutando las tesis de Kasper. El último de estos libros lo ha firmado junto a otros cuatro cardenales en el que se avisa de que hay líneas rojas que no se pueden traspasar que instauró el propio Jesucristo y que ni el Papa puede modificarlas como, por ejemplo, la indisolubilidad del matrimonio, entre otros puntos.

Con declaraciones cruzadas, libros y entrevistas se ha llegado hasta hoy y con la creencia de muchos católicos de que la doctrina ha cambiado completamente, algo que ha provocado el enfado del sector que defiende los mandatos defendidos hasta hoy en la Iglesia, por lo que se han producido un torrente de declaraciones que muestran la grave fractura existente y que pone de manifiesto la necesidad de que el Papa hable y lo haga con claridad.

Voces críticas dentro del Sínodo

En una entrevista en Radio Vaticano, el presidente de la Conferencia Episcopal de Polonia, monseñor Stanislaw Gadecki, afirma que la Relatio
no es aceptable para muchos obispos y que el documento se aleja en algunos puntos de la enseñanza de San Juan Pablo II conteniendo igualmente trazas de ideología antimatrimonial y una falta de visión clara por parte de la Asamblea Sinodal.

Mucho más duro se ha mostrado el cardenal estadounidense Raymond Burke, prefecto de la Signatura Apostólica. En una entrevista en Il Foglio indica que “algo no funciona si la información es manipulada de modo que se da realce solo a una tesis”, en este caso lo defendido por Kasper. Advierte que “algunos sostienen la posibilidad de adoptar una praxis que se separa de la verdad de la fe” y que “un número consistente de obispos no acepta las ideas de apertura, pero pocos lo saben” por el silencio que se impone a unas tesis y el altavoz que se da a las otras. Por ello, pide claramente un pronunciamiento del Papa “que sólo podrá estar en continuidad con la enseñanza que la Iglesia ha dado durante toda su historia”.

Un peso pesado del colegio cardenalicio, Camilo Ruini, también ha advertido de los riesgos que corre la Iglesia si se deja arrastrar por el aire de los tiempos sin mantenerse firme a sus principios. Así, indica que “debemos ser muy prudentes, en lo que atañe al matrimonio y a la familia, modificando las posiciones que el magisterio propone desde hace tiempo y con tanta autoridad: en caso contrario, las consecuencias sobre la credibilidad de la Iglesia serán muy importantes“.

En un tono muy crítico también se ha manifestado el cardenal sudafricano, Wilfrid Fox Napier, que ha censurado las tesis de Kasper y ha dicho que “si alguien en Alemania que se ha divorciado y vuelto a casar por lo civil puede comulgar sin dejar su estilo de vida, ¿por qué no puede hacer lo mismo alguien casado con dos mujeres en África?“.

La división es patente y los bandos son firmes aunque son muchos aún los que no se han manifestado al respecto, entre ellos el Papa que ha querido favorecer el debate en un tema que se está centrando en asuntos que atañen a las familias de manera más minoritaria obviando puntos más necesarios en la defensa del núcleo central de la sociedad.