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Mt 22,15-21 

Se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta

Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es licito pagar impuesto al César o no?»

«Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.»

Le presentaron un denario. Él les preguntó: «¿De quién son esta cara y esta inscripción?»

Le respondieron: «Del César.»

Entonces les replicó: «Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.»

Se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. El grupo de los fieles cumplidores de la ley siempre ocasionaron dificultades a la obra de Dios. En el Antiguo Testamento (Números 25); En el Nuevo Testamento agrupados con el nombre de fariseos enredaron la acción de Jesús y de la primera iglesia. Hoy en el Vaticano se agrupan bajo el Cardenal Müller y el desprestigiado Sodano para enredar la acción de Francisco.

“Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?” En Jerusalén se concentraba la corrupción y mentira del pueblo de Israel. Los romanos conocían y despreciaban a su colonia judía. Los judíos despreciaban a Roma sobre todo por los impuestos. Su moneda era “impura”. La pregunta era tramposa y con intencionalidad política.

«Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.» Toda la vida del judío era una mentira: la moneda, los sacrificios, el cumplimiento de la Torá, el Templo morada de Iahvé, su relación con Dios y su relación con el prójimo. ¿Hasta dónde puede llevar una religión mal digerida?

«¿De quién son esta cara y esta inscripción? Tenían delante su mentira. Algunos creen que Jesús, con esta respuesta no hace política ni teología. Solo elude una trampa. Puede que ni haga política ni teología. Puede que antes de la política o del mismo Dios esté la verdad ante sí mismo y la misma sociedad.

Luis Alemán Mur