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12 de octubre. 28 de tiempo ordinario. Mt (22,1-14):

Habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. “La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda.” Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?” El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: “Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.” Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»

“Habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo”: Los sumos sacerdotes y senadores del pueblo son a los que se dirige una serie muy dura de parábolas. Son los principales responsables del pueblo de Israel. Como cualquier jefe de comunidad. Los dirigentes de las naciones y de las iglesias son los mayores responsables de los desastres. Y encima suelen ser respetados como representantes de Dios.

“Un rey que celebraba la boda de su hijo”. Las bodas eran y suelen seguir siendo el acontecimiento social que más convoca a las comunidades de los pueblos.

“Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda.” Para Jesús, está claro que Dios es el Padre quien llama a su pueblo a una boda histórica. A Jesús le debió resultar durísimo vivir durante su misión la invitación continua del Padre a su pueblo dirigido por unos jefes materializados y paganizados.

“Los convidados a la boda, no quisieron ir. Venid a la boda.” “Los convidados no hicieron caso;” A Jesús le han seguido gentes sencillas humildes y pobres, masas con hambre, publicanos y pecadores, ciegos y leprosos marginados. Pero los jefes del Templo y los dirigentes sociales han dicho y están diciendo que no. Son terratenientes y ricos. Para ellos, Iahvé se redujo a una Ley hueca y llena de trampas.

“Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda.”. La transcendencia de este “ir a todos los que encontréis” supone el final de la primogenitura del pueblo de Israel. Era Israel quien rechazaba la voz de Iahvé. Se acababa la antigua alianza. Cualquier pueblo o iglesia que se crea escogida, debe tenerlo en cuenta. La era de los pueblos o iglesias escogidos pasó. Solo los pobres y humildes permanecen.

“Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?” El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: “Atadlo de pies y manos y
arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.” Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.” Para cualquier estudioso, está claro que este final no perteneció a esta parábola. Estas componendas se suelen repetir

Luis Alemán Mur