También le llaman el problema de las formas. Es decir, no es lo mismo el estilo y la forma de escribir usado en la antigüedad y el estilo y las formas de escribir en la actualidad. Aunque siempre me pareció muy simple acudir a las formas para explicarnos el abismo entre el judío Jesús de Nazaret de la historia y el posterior Cristo presentado por el Cristianismo. En el Cristo de la fe abunda tanto la fe que se pierde la historia. En el Jesús de la historia, falta historia.

 

Y sin embargo el que en realidad reorientó la sociedad humana fue aquel histórico maestro predicador, que creyó tanto en su causa y en la causa de su Dios, que no se doblegó ante ninguna tradición ni poder social, religioso o político. Fue un creyente tan revolucionario de la religión oficial, tan innovador que el poderoso clero del Templo de Jerusalén prefirió dejar libre por las calles a Barrabás antes que dejarle libre a él.

 

Para conocer la realidad histórica de Jesús de Nazaret, no basta con leer los evangelios y los hechos de los apóstoles. Es evidente que la intención de sus autores no fue escribir una historia sino anunciar y difundir “la
buena nueva
de Jesús, Mesías, Hijo de Dios” Mc.1, 1.Y “sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emanuel que significa Dios con nosotros”
Mt 1, 22.

“Al principio ya existía la Palabra. Y la Palabra se dirigía a Dios y la Palabra era Dios.” Jn 1,1-2

Evidente que estos no son libros de historia. En ellos se podrán encontrar algunos datos históricos, pero no pueden ser considerados como libros que cuenten historias que hayan sucedido tal como ellos las cuentan.

 

Pretenden claramente propagar la fe en el Resucitado, porque sí creen en el hecho de la resurrección. La experiencia de la resurrección de Jesús cambia radicalmente sus vidas y hace asumible la terrible experiencia personal y social de la cruz.

Mt 28:19
Id y haced discípulos de todas las naciones, bautizadlos para vincularlos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo

Y enseñadles a guardar todo lo que os mandé; mirad que yo estoy con vosotros cada día, hasta el fin de esta edad.

Mc. 16,15: Id por el mundo entero proclamando la buena noticia a toda la humanidad.

 

En ningún escrito se dice: id por todo el mundo y contadle mi vida. Parece como si la Resurrección y la subida al Padre, anulara la sequedad histórica de aquel Jesús de Nazaret. Y en cierto sentido, aunque la resurrección no llegó a anular al Jesús de Nazaret, sí modificó sustancialmente su historia, y su misma persona. Durante la narración de su nacimiento (Mateo y Lucas) y su pasión y muerte, (sobre todo la contada por Juan o su equipo) los evangelistas acentúan que su Maestro era el Hijo Elegido, enviado por el Padre y guiado por el Espíritu con el encargo de salvar al mundo. Lo que se escribe es mucho más una Cristología que historia.

 

Con los evangelios hemos ganado al Hijo de Dios. Pero hemos perdido al hombre. Como ya he escrito: con el Cristo de la fe, salió perdiendo Jesús el de Nazaret. Y sin embargo fue ese Jesús el que quemó su vida por enseñarnos a ser humanos. ¿Hasta qué punto fue un hombre normal Jesús de Nazaret? Repiten con simpleza: Hombre, pero si pecado. ¿Se puede responder a esta pregunta sin saber qué es, en realidad, un hombre, o qué es, para Dios, un pecado? Una antropología y una moral de bolsillo han podido desfigurar al Jesús histórico. Y como consecuencia, le queda un hervor sustancial a toda la teología y a todo el pensamiento cristiano.

(Continuará)

Luis Alemán Mur