Salmo LXII,
R/. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo
La historia sólo se entiende con perspectiva o con un visor de gran angular. No hables de tu vida a trocitos. Aunque seamos pequeños, nuestra biografía es larga y ancha. Y quizá así no se comprenda sin Dios

Tu diestra me sostiene. Por muchas asignaturas que dominemos, por mucha ciencia, las manos invisibles de un Padre lo sostienen todo.

Luis Alemán