Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al Monte de los Olivos, Jesús mandó a dos discípulos, 2 diciéndoles:
Esto ocurrió para que se cumpliese lo que dijo el profeta: Is 62,11; Zac 9,9.

– ¡Viva el Hijo de David!
– ¡Bendito el que viene en nombre. del Señor! (Sal 118,25-26).
– ¡Sálvanos desde lo alto!
Al entrar en Jerusalén, la ciudad entera preguntaba agitada:
– ¿Quién es éste?
Las multitudes contestaban:
– Este es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea.
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A lo largo de todo el evangelio, y sobre todo a lo largo de la pasión, Mateo quiere mostrar que Jesús es el anunciado por los profetas. Eso, para él, es más importante que narrar los incidentes desagradables tan conocidos por sus lectores.

Los cristianos de fe madura se pueden y deben preguntar ¿qué es lo que predomina en los evangelistas? ¿Narrar como periodistas la historia de Jesús o ver como teólogos el cumplimiento en Jesús del Antiguo Testamento?

“Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al Monte de los Olivos, Jesús mandó a dos discípulos” ¡Por fin Jerusalén! En Galilea, Samaria y alrededores hablaba y actuaba entre el pueblo, pero en la capital, el Templo y sus jefes le esperaban hartos de su movimiento y de su “reino”. Lo más sorprendente es que Jesús no cede en su fidelidad a su conciencia y a su Dios. La pasión será la lucha de un hombre contra el poder.

“Esto ocurrió para que se cumpliese lo que dijo el profeta:
Decid a la ciudad de Sion: Mira a tu rey que llega, sencillo, montado en un asno, en un pollino, hijo de acémila” (
Is 62,11; Zac 9,9). Al recordar estas profecías un creyente puede sentir el horror de lo que va a ocurrir en Jerusalén.

“¡Viva el Hijo de David!”. Eso es lo que la masa del pueblo judío espera: un sucesor de David. El David que con su honda derribe al gigante romano y así volver a sus glorias políticas. “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!” (Sal 118,25-26). “¡En nombre del Señor!”¡Terrible equivocación la del Israel cuando mete a Dios en el quehacer político!

“Al entrar en Jerusalén, la ciudad entera preguntaba agitada: ¿Quién es éste? Jesús nunca fue conocido. Puede que sigamos veinte siglos después, preguntando ¿quién es?

“Este es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea”. Nunca deberíamos olvidar a Nazaret de Galilea. Allí empezó todo. Allí volverán después de la pasión y muerte. Allí deberá volver la Iglesia de Roma si quiere seguir los pasos de Jesús.

Luis Alemán Mur