23 DE MARZO DOMINGO 3º DE CUARESMA

Juan (4,5-42):

 

Llegó Jesús al manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber.»

La mujer le dice:

“¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?”.
«Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.»

«Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.»

«Soy yo, el que habla contigo.» En aquel pueblo muchos creyeron en él.

 

La mujer y el Templo

 

Llegó Jesús, al manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial.
Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber.»
Llega una mujer de Samaría. Está solo, cansado. Tiene sed. La mujer que se acerca es, al menos, de dudosa reputación. Habla con Jesús y se convierta en la primera “apóstol” al llevar la buena nueva a su pueblo.

 

“¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?”. Judea o Samaria. Dos pueblos limítrofes divididos por un Dios o divididos por un culto, o por un Templo y unas tradiciones. Incluso hubo un tiempo en el los samaritanos levantaban de día las paredes de su templo, y de noche los de Judea iban a derribarlo

 

«Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre.
Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.»

Jesús es judío. Sabe que trae una visión de un Padre universal. No vinculado a un Templo, ni a un culto, ni a un pueblo. La fe en su Padre no tiene fronteras ni es patrimonio de nadie ni de ninguna historia o cultura. Su Padre quiere espíritu y verdad.

 

“El Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo”. Jesús le dice: «Soy yo, el que habla contigo.» En aquel pueblo muchos creyeron en él “Vino a su casa, pero los suyos no lo recibieron”. Juan c. 1, v.11. Amarga constatación. Vino a los suyos, a su pueblo, a los de la Ley y el Templo. Pero allí no le recibieron.

 

Luis Alemán Mur