“Si Maquiavelo reencarnado escribiese hoy “El Príncipe”…

El Demócrata debe tener bien controlados al menos una buena parte de los medios de comunicación.

 
 

Acabamos de cumplir 600 años de la obra clásica de Maquiavelo. Si la escribiese hoy ya no la titularía El Príncipe, sino El Demócrata. Al príncipe se le recomendaba que no busque ser amado sino ser temido por sus súbditos: porque los humanos son tan cretinos que devoran aquello que aman, pero respetan aquello que temen. También El Demócrata debe saber eso, pues la raza humana no ha cambiado mucho. Pero, como las apariencias sí han mejorado, al Demócrata habría que hoy darle otros consejos.

1.- El Demócrata ha de procurar tener bien controlados todos los órganos decisivos del poder judicial (Tribunal Supremo, Constitucional etc.) de modo que haya siempre una mayoría a su favor en esas instancias. Así podrá después hacer sonoras declaraciones de respeto a la independencia de la justicia.

2.El Demócrata debe tener bien controlados al menos una buena parte de los medios de comunicación. De modo que puedan destilar el mensaje fundamental de un buen demócrata hodierno, que no es “hacer las cosas bien”, sino decir y repetir que estamos haciendo bien las cosas. Porque, en definitiva, aquello que se repite sin parar (sea falso o verdadero) acaba por convertirse en verdad. (Recordemos si no: “España va bien”, en los momentos en que se iba inflando la burbuja que luego nos estalló. O “estamos girando al centro”, en los días en que se afianzaba la extrema derecha y el renacer de las dos Españas)…

3.– El Demócrata ha de tener de su parte a todos los poderes económicos del país. De este modo, entre otras cosas, dispondrá de pingües ayudas en las campañas electorales y podrá competir en situación ventajosa. Luego a esos poderes económicos se les reducirán los impuestos: que bastante gastaron ya financiando las campañas.

4.– Y muy importante: El Demócrata debe procurar que la educación buena sea privada y accesible a pocos; y que la educación pública esté mal pagada y sea más bien regular. Pues unas multitudes bien educadas son siempre un peligro para la democracia, como ya avisó Ortega y Gasset con aquello de la rebelión de las masas. Mientras que unas masas con poca formación son perfectamente manejables a la hora de votar. Porque entre una derecha podrida y una izquierda perdida, ese votante preferirá siempre la primera en la que se reconoce más, como bien sabía Berlusconi.

5.– Algo de eso diría hoy Maquiavelo reencarnado. Me preguntarán si todo ello no llevará a la oposición a una especie de parálisis mental, peligrosa para nuestras apariencias democráticas. En el fondo se pretende eso. Pero el Demócrata sabe también que debe salvar las formas y cómo hacerlo. Para la oposición se dejan las que antaño llamé “izquierdas de plástico”, aparentes e inauténticas como las flores plastificadas

José I. González Faus