El cristianismo occidental
opió el sistema operativo griego
y lo espolvoreó con citas bíblicas,
bautizó a Aristóteles.

La fe de los hebreos se desarrolló en medio de una cultura concreta: la semita. Desde esa cultura, desde esa filosofía se “pensaba” a Dios, se “traducía” a Dios.

Esa cultura semítica era y es muy diferente a la cultura y modo de pensar de los griegos. Es decir, entre Aristóteles, Platón, etc., y los israelitas había tanta diferencia como actualmente entre un centroeuropeo y un chino. Son culturas y formas de pensamientos diferentes.

Para los griegos, Aristóteles, por ejemplo, todo ser conocible está hecho de dos partes diferentes: la materia y la forma. La materia se mide, se pesa…; la forma se intuye, se deduce…

Caso concreto:

El hombre es materia (el cuerpo) y forma (el alma).
La materia (el cuerpo) se mide, se toca, se ve. La forma (el alma) está fuera del campo de los sentidos. Pero sin ella el cuerpo no existe.
La muerte es la separación de la materia y la forma: la separación del alma y el cuerpo.

Para los semitas, es decir, para los hebreos; es decir, para la Biblia, esa forma de pensar de los griegos no tiene sentido. El hombre no está hecho de dos partes: alma y cuerpo. El ser humano es una unidad. Sacado del barro, vive con la vida que le da Dios.

Para la Biblia, este hombre, creatura de Dios, que es una unidad, tiene actividad, tiene inteligencia, ama, sueña, siente miedo, confía, se mueve con libertad.

Lo que mantiene vivo al hombre no es el alma, sino Dios. Y cuando muere el hombre, muere el hombre íntegro: su actividad, su inteligencia, su mente, sus sueños, su libertad.

Para el Cristianismo occidental: el cristianismo occidental copió el sistema operativo griego. Y lo espolvoreó con citas bíblicas que, en su inmensa mayoría, no tenían nada que ver con el tema en cuestión. Es decir, bautizó a Aristóteles. Pero no en las aguas del Jordán sino del Tíber. Y Aristóteles pudo más que el Jordán y la Biblia juntos.

Y con todos estos bautizos y mezclas se llegó a la siguiente conclusión:

El alma es un ser vivo, espiritual, inteligente, independiente, que proporciona la vida al cuerpo. El alma no es perecedera. (Porque según este sistema operativo, lo espiritual es inmortal. Al ser espiritual es simple, es decir, no tiene partes. Y si no tiene partes, no se puede descomponer, no puede morir). Tendrá el razonamiento toda la guasa que Vd. quiera. Pero es así. Y así está hecho, con poco rigor bíblico, pero muy aristotélico.

Cuando el hombre muere, no muere “el hombre”, muere “el cuerpo” del hombre. El alma no muere. Lo cual nos crea nuevos problemas. ¿A dónde se va el alma? Inmediatamente después, una vez muerto su cuerpo, el alma se presenta ante Dios que la somete a un “juicio particular”. Si sale bien parada, va directamente al cielo. Si quedan cosas por purificar (o séase, pecados veniales), al purgatorio a tostarse un poquito con fuego especial para almas espirituales. Y si la cosa no tiene remedio, directamente al infierno.

Comentario. Este tipo de teología no merece ni comentario. Pero conviene dejar constancia de que estas tesis, cualificadas como de doctrina católica, siguen enseñándose en los seminarios. Esta es la doctrina oficial.  

Son tesis arbitrarias, porque no se fundan en ninguna “revelación”. Están construidas con amaños de versículos de las Escrituras que ni siquiera han sido estudiados en serio. Después de enseñar esta “buena nueva”, nadie puede extrañarse de la descristianización de las masas.

Luis Alemán Mur