Filipenses 1,27-2,13

Una sola cosa: vivid a la altura de la buena noticia del Mesías:

Nadie mire únicamente por lo suyo, sino también cada uno por lo de los demás.

Tened la misma actitud del Mesías Jesús:

Se abajó, siendo fiel hasta la muerte, y muerte en cruz.

Por eso Dios lo encumbró sobre todo y le concedió el título que sobrepasa todo título;

A ese título de J e s ú s toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo.

Toda boca proclame que Jesús, el Mesías, es Señor, para gloria de Dios Padre.

Seguid realizando vuestra salvación escrupulosamente.

Es Dios quien activa en vosotros ese querer y ese actuar que sobrepasan la buena voluntad”

Es nuestra gran Verdad. Esto es lo que nos distingue a los cristianos del resto del mundo:

·         Creemos en Jesús de Nazaret, crucificado y muerto por liberar a su pueblo de un sistema religioso-legal que lo tenía paralizado, ciego, endemoniado y hundido.

·         Creemos que Dios Padre lo levantó de la muerte.

·         Creemos que vive en Espíritu en medio de nosotros y en nosotros para llevar al hombre a su plenitud

¿Dónde está Jesús?

Ese dónde expresa nuestra ignorancia. Si está con el Padre, está fuera del tiempo y del espacio. Allí no hay dóndes. Los que vivimos sometidos a la muerte tenemos dóndes.

A pesar de todas las oscuridades, llevamos una Verdad: Jesús, el de Nazaret, vive. Puede que se oscurezcan otras verdades. Pero seguimos agarrados a esta verdad: Jesús vive. En medio de tantos desconciertos, de tantas depresiones, de tanta crisis, de tanto Gólgota, sigue firme nuestro esperanza, nuestro salvavidas: Jesús vive.

¿Cuál es la prueba? “Dime dónde lo has puesto” Jn 20,15

Nuestra fe es frágil y fuerte. Como toda vida. Todo argumento, toda huella puede ser rechazado, discutible, minusvalorado o distorsionado.

Prueba aplastante de que Jesús vive: Los testigos. Los que transparentan en su vivir, a Jesús el de Nazaret. Ellos son la prueba de que vive. En ellos está el que venció a la muerte.

Teresa de Calcuta, Oscar Romero, Vicente Ferrer son argumentos de que Jesús vive. Ellos los conocidos por todos. Y junto a ellos, miles, millones de anónimos, a lo largo de las generaciones, transparentan en su vivir la Vida de Jesús: su verdad, su justicia, su libertad y su forma de amar. Jesús el de Nazaret es un imposible que sigue vivo.

Sí, lo sabemos. Hay mucho odio, mucho egoísmo, mucha crueldad, mucha inmadurez en el mundo. Pero la comunidad de los hombres y su historia, está sostenida, no por políticos, filósofos, teólogos, clérigos, militares sino por una impresionante masa desconocida de gentes buenas que sin saberlo o sabiéndolo, viven la Vida que sembró Jesús el de Nazaret.

Este es el argumento más válido de que Jesús vive. ¿Dónde vive? El mundo está lleno de Jesús.

Será difícil morir como Jesús, pero es más difícil vivir como Jesús, el de Nazaret. Más difícil resucitar que morir.

La Creación no está acabada.

La plenitud de lo humano no ha llegado.

Los que tienen fe, confían que la vida le gane la batalla a la muerte.

Luis Alemán Mur